jueves, abril 07, 2005

Sobre las mutaciones y esas cosas...

Cuando descubrí, perdido entre los miles de resultados de búsqueda que nada tenían que ver con lo que yo quería encontrar una mañana de abril, llegué a un valle muy particular y fascinante que aun no acabo de explorar por completo conocido como: El Valle de Kaanavia.

Este lugar, quizá salido de la imaginación de su peculiar autora, quizá tomado como modelo para construir algo propio y trascendental, me ha movido a construir un espacio similar en el que pueda compartir (en los ambos sentidos que esta palabra encierra y que mucha gente no alcanza a ver sino solo uno de ellos) pedazos de mi alma como los que he venido sembrando en la elaboración de esa especie de diario surreal, abstracto y no obstante novelesco al que tengo por titulo en una libreta de pasta italiana por: Hiroshima.

Añado únicamente el avatar: "la ciudad de mis emociones", el cual es omitido en el escrito original. Su relación con la famosa ciudad japonesa que fuera destruida por la bomba atómica y marcara el fin de la Segunda Guerra Mundial, es extrapolada. Digamos que mas bien es una especia de analogía a la vida de un servidor, en el sentido histórico de la magnitud e importancia del hecho y en la forma de como un suceso así marcó, dolorosamente si ustedes quieren, el rumbo de la vida y provocó un crecimiento y superación personal que escapa a las palabras y la imaginación incluso del mismo yo.

Cosas como las que he leido en el Valle de Kaanavia irremediablemente no pueden hacer sino acrecentar mas mi deseo de continuar "La Vida de Akanzu Yôtto", aquella mujer excepcional salida de un sueño que conquistó todo, aun a costa de si misma, y que muestra la dualidad de mi alma que va mas allá de toda imaginación. ¡Cuán deliciosa podría llegar a ser esa historia de completarse algún día!. Y pensar que todo comenzó por allá de mis diesiciete maravillosos años, como una simpe historietilla barata de adolescentes de a lo sumo unas cuantas cuartillas, y que posteriormente se convirtió, prácticamente, en algo de profundidades insondables, tanto, que ni su mismo autor acaba de comprender, solo divagar. Intentar abarcar por completo a un ser, sea cual sea el grado de perceptibilidad de su alma, es inpensable. Esto es porque cualquier 'yo', es inmenso, por no decir infinito. Querer abarcar todos los aspectos escondidos en el interior de un personaje es ostentoso. Quién se ha obsesionado "sanamente" con alguno de los suyos ha de entender lo que digo.

Lo cierto es que, incluso la misma Akanzu Yôtto forma parte de los pobladores que habitan esta Hiroshima paralela, plasmada en el diario.

Tal documento esta por el momento escrito solamente a papel y tinta. A la manera clásica que poco a poco desaparece en estos días de ordenadores y compuertas lógicas. Me llevará algunos días (quizá semanas), terminarlo y tal vez adjuntarlo a este espacio. A final de cuentas, es solo una mas de las pequeñas y complejas partes que forman parte de un todo todavía mas complejo e inmedible, valga la redundancia.

De momento, ha de quedar así. El Valle de Kaanavia, organoléptico solo a la imaginación, seduce mi paciencia que se regocija en saber que existen, aunque de manera intangible, otros lugares en donde gente como yo, (quizá no como yo, o solo en cierta parte) construye monumentos a su alma, museos invaluables a los ojos de los demás. Si, tal vez el Valle de Kaanavia es mucho, mucho mas grande que Hiroshima, pero, ¿a caso eso importa?. ¿No es lo que importa el hecho de que existan?. Es ese seguro solo uno de los mensajes que Akanzu Yôtto busca desesperadamente encontrar, para vivir, y despues desaparecer.

El sol se pone y la luna gobierna.

1 comentario:

fenririel dijo...

Pues por un lado, felicidades a tí también, por emprender tu propio proyecto de blog. Este fenómeno no es ocasional, y al ver tus intenciones de plasmar lo que llevas dentro, me queda claro que no abandonarás esta ciudad que comienza a crecer en la red, en la cual has fundado tu propio resquicio que, eventualmente, esperemos se convierta en una ciudad gemela - ¿por qué no? - a la que se encuentra en lo profundo del Valle de Kaanavia.

Por otro lado, no es casual el nombre de tu blog, ¿eh? Ni que Japón sea uno de los lugares donde más afinidad encuentras a tus sentimientos. Espero regresar a menudo, a ver qué es aquello que crece en las riberas de la Hiroshima de Akanzu-san.

Supongo que la palabra sería: okaerinasai.