viernes, junio 27, 2008

Abrumado

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Me siento un poco abrumado. No ya por cuestiones internas, sino por las externas. Tanta gente, tantos edificios, tanto anuncio comercial, tanta falta de un espacio y un no-tiempo. Me cuesta trabajo seguir con mi libro así. No puedo desembelesarme de tanta publicidad subliminal y ruido de ciudad.

"Hay un país esperando por mi allá afuera" - es una frase que siempre me ha asaltado y probablemente me lance a él en unas semanas. Las pocas páginas que han salido en las últimas semanas de mis pensamientos tienen que ver mas con ambientes que con reproducciones. Pero aquí cuesta trabajo encontrar esos ambientes. necesito ir a buscarlos, vivirlos para entonces poder reproducirlos.

Las lluvias prometían mucho....¿a dónde habrán ido?

viernes, junio 20, 2008

Ayer...

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Ayer que volvía en la pesera sentado al lado de Areli, estuve a punto de llorar. En algun momento mis ojos se tornaron vidriosos, y el débil resplador de mis ojos que reflejaban la escasa luz en medio de la noche fue capturado por sus sentidos. Asi que debió darse cuenta.

Debió darse cuenta porque unos minutos después, despidiéndonos en la puerta de su casa como cada vez que concluye uno de nuestros encuentros, me abrazó. Mas fuerte que las veces anteriores, y no me soltó durante algunos segundos. El perfume de su cuerpo casi extrajo de mis cuencas las lágrimas que se habían resistido a salir aun en la pesera, pero una vez mas se negaron, y dijo:

-Animo!, no estas bien...

Reí sarcásticamente un poco para mis adentros y a pesar de que estaba cansado (en realidad lo estaba) y de haberle dicho que a diferencia de otras veces volveria a casa cogiendo un taxi, me aventé de nuevo el recorrido hasta casa por toda la avenida y las calles cada vez mas oscuras y tétricas de las colonias.

Cuarenta y cinco minutos después estaba en casa. En medio de esa pequeña habitación en la que he construido un pequeño santuario y me acosté a dormir. Sin poner música, sin prender esta vez la computadora ni jugar antes de hacerlo, sin buscar un documental ni ver alguna serie o el noticiero. Estaba cansado, solo quería una almohada para reposar mi sueño. Solo quería permanecer en silencio y abandonarme al tiempo...

viernes, junio 13, 2008

fragmentos - irse...

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fragmento #17, no clasificado, la Vida de Akanzu Yotto

Brotes tiernos y verdes se veían ya en el árbol que crecía justo debajo del balcón de la habitación de Akanzu Yotto. La mañana posterior a la tarde en que se mirara desnuda en el espejo brillo nítida sobre las hojas del césped y en las de las enredaderas colgantes con un candor especial hacia las cuatro de la tarde.

Era una hora muy tranquila. La atención de Akanzu se centraba en el lejano trinar de un ave que llegaba con el viento a través de las ventanas. Terminaba su siesta luego de llegar del colegio y ahora, repentinamente como una concha que se abre espontáneamente para avanzar por el fondo del mar, abría sus ojos. Inmóvil, con la cara recostada en la blanca almohada permaneció un par de minutos tan solo pensando en lo que captaban sus sentidos. No se escuchaba ningún ruido en la parte baja de la casa, por lo que se pregunto si se hallaba sola. Por fuera circulaba un viento fresco y primaveral.

Akanzu sintió como si todo ello se tratara solo de un deja-vu, y revolviendo en su interior una mezcla de paz y energía al cabo de unos minutos se incorporó lentamente. Llegó hasta el barandal de piedra, apoyó sus brazos por encima de él y saco la cabeza hacia el exterior, intentando sumergir su rostro en el río de viento que transitaba por la calle de derecha a izquierda llevándose las hojas caídas de los árboles mas amarillas que se habían desprendido por la noche de sus ramas. Justo en el momento en que una pregunta comenzaba a formularse en su mente, escuchó cerrarse la puerta principal de la planta baja, deslizó su mirada en esa dirección y vio salir a su madre con un pequeño caballete bajo el brazo, y un bolso. Llevaba un vestido de falda larga color verde pistache, huaraches de piso y un sombrero de paja redondo con un girasol a un costado. Iba a sus clases de pintura.

Estuvo a punto de llamarle, pero algo en su interior la detuvo e hizo le quedar simplemente contemplando, como si por alguna razón no quisiera interrumpir el silencio de un momento tan auténtico e irrepetible, que en lugar de cortarlo de tajo con alguna frase o despedida cotidiana, muriera por si solo embebido en su singular belleza.

Desapareció tras unos segundos en la esquina de Cerezos y Avenida de las Aves. Akanzu la siguió con su mirada hasta que por calma e inmutabilidad exhalo un suspiro largo y profundo. Aquella mujer era su madre, contaba con poco más de treinta y seis primaveras y en aquel preciso momento era exactamente dos veces y media mayor que su hija. Nunca más volvería a serlo.

En cierto modo, aquella situación de ver a su madre alejarse sin que ella advirtiera que su hija la miraba desde el balcón sin decir nada se le figuro a Akanzu como una manifestación premonitoria de que algún día, en algún momento en que los días alcanzaran otros matices y otras nubes cubrieran el cielo, ella se iría, separándose así de aquel ser que le había dado la vida y al que amaba con todas sus fuerzas, con todo el amor que una hija siente por su madre...

sábado, junio 07, 2008

fragmentos - tormenta

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fragmento #82, Volumen 1, Eclipse lunar de otoño

...el cielo se ennegrecía temerario poblándose de gigantescas nubes del color de la muerte. El calor sofocante del día vallense era destruido en segundos y el aire se bañó del perfume de la humedad. Caminando en medio de este escenario al lado de mi familia por las calles dela colonia me sentí extraño, en medio de un contraste terrible pero fascinante a la vez. Volvían aquellos sentimientos indescriptibles de la infancia cuando presentía algo terrible y asombroso. Estaba allí bajo una tormenta que estaba gestándose rápidamente proveniente del suroeste y sin embargo, sumergido en aquella sensación de estar a salvo entre los míos. Por momentos mi alma se liberaba de mi cuerpo y ascendía a la altura de la copa de los árboles que se agitaban con violencia por el viento, luego, mas allá del volar de las aves que ahora huían despavoridas hacia un refugio me veía sobrevolar el inmenso valle, y llegar hasta las nubes. Esos monstruos negros que cubrían el firmamento y congelaban rápidamente ala ciudad viajaban tan rápido que el cielo parecía una ilimitada carretera de fantasmas amorfos circulando en dirección del viento. Completamente extasiado por el vértigo de la altura llegaba yo en mi vuelo imaginario todavía mas arriba, penetrando la gruesa capa de humo y me empapaba al hacerlo. El corazón me latía tan rápido que pronto estallaría. Cuando estaba a punto de llegar a una zona de la cual ya no podría volver y la adrenalina alcanzaba niveles peligrosos, volvía de golpe a mi cuerpo en tierra firme, que caminaba sin prisa alguna sobre la calle terregosa hacia la tiendita al lado de mi padre...

viernes, junio 06, 2008

fragmentos - espacio....

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fragmento #179, Volumen 3, Nubes de Agosto.


...Sentí como si se me cayera algo, algo que formaba parte de mi cuerpo hasta ahora y que de haberlo perdido tiempo atrás hubiera quedado moribundo. Pero se había convertido en una costra, una piel vieja que ahora podía quitarme de encima como la serpiente y vivir sin ella.

De pronto, allí frente a la inmensa noche por encima de los techos de las casas las luces de las mismas me parecieron como pequeñas células de luz a mitad de un océano de oscuridad que era el camino del hombre en la vida. Me alzaba yo por encima de muchas, miles, millones de ellas, viéndolas a pesar del negro con cierta claridad, y sin embargo, a miles de kilómetros por debajo de otras me encontraba yo tambien. El espacio era tan grande que se antojaba infinito, y se sentía sobrecogedor. Poco a poco el miedo ordinario quedaba en el olvido, trastocado en la pintura del pasado como un detalle mas aunque constitutivo del cuadro pintado actual de mi ser, pero sabía que tenia que enfrentarme a unos miedos mas grandes, a aquellos miedos que provienen de la profundidad del inconsciente humano.

¿Qué estaba pasando con mi vida?. Como un pequeño astro cruzando un vacío inabarcable me sumergía en una extraña sensación de inmortalidad. Era como renunciar a muchos deseos, a muchas obsesiones, a obstinados caprichos. Pasara lo que pasara, yo estaría bien. En eso radicaba esta nueva visión de mi 'yo' y del universo.

El sistema, poco ya importaba. Incluso la idea de abandonarlo por pura rebeldía parecía perder importancia y contradictorio. Algunos sentimientos básicos y emociones naturales volvían a mi cuerpo y podía yo recogerlas entre ambas manos como a pequeñas cuencas de agua de un manantial siempre manante, respetándolas, tolerando sus equivocaciones, sus imperfecciones, y aceptando las propias, tan mías como mis ideales.

Las puertas se abrían en terminos de actitudes, de nuevas visiones de las cosas y del mundo, no en los materiales y de consumo.

Los celos, la ambición material, el egoísmo infundado, la intolerancia, el absurdo e hipócrita juicio, la inexistente autocrítica. Todos los obstáculos del hombre en su evolución de la consciencia pasaban a niveles tan bajos que pensé que podría entregar mi vida en cualquier momento a cualquier momento, y a cualquier persona. Pero aun me faltaba algo.

No obstante, había todavía mucho antes que experimentar. No me abriría paso entre el inmeso espacio solo por correr desesperado, presa de la impaciencia. A saber, me estaba convirtiendo poco a poco en el hombre que vagamente vislumbraba hace muchos años, y que era el mismo tipo de hombre que quería ser...