Biperina

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Escupe ya!, no hay diferencia.
No quiero oir las pabaras ponzoñosas de quiénes
creen comprender el corazón humano como un
rompecabezas de 25 piezas.

A caso los oyera, tal vez ría.
Ya viene su espíritu, que es también el mío,
hasta su lecho
dónde ha de hacer el amor.

Luego, en medio de esta niebla pura y fría,
carente de insolencias, dibujáré por fin
ese rostro sereno y humilde del Guji hasta que abras tus ojos,
hasta que embonen tus huesos.

Encoge tus piernas, encoge tu ser,
deja que el frío erosione tu piel
para tirar al viento el abrigo
que te impide transpirar tus penas.

Vendrá del mar tras la novena caricia,
se enraizará a la tierra y plantará su semilla
creciendo lentamente con sus lágrimas,
pero también con su saliva.