sábado, diciembre 10, 2011

El Evento de Donación de Armas (5 de 5)

Alma despertó cuando unr ayo de luz se filtró por la abertura de la tienda de campaña y le pegó en el rostro. Tras recobrar la consciencia del espacio y el tiempo en el que se encontraba, sintió una paz extraña: había amanecido. Ya todos estaban despiertos, y empacaban sus cosas. El bosque pronteriano amanecía con un suave cantar de pajarillos y murmullos provenientes del riachuelo.

-Ya está! -anunció Jery- vengan antes de que se enfríe.

Todos se acercaron a las últimas brazas de la hoguera. Jery habia hecho chocolate. Se pusieron a desayunar aprovechando los últimos momentos del campamento. Pronto sería tiempode volver a la ciudadela, y despedirse. Alma sintió que faltaba alguien, ¿pero quién?.

-Falta alguien. ¿Y Matsuo?
-Se adelantó a irse. Fue por el Peco.
-¿El Peco?
-Si, dijo que Sir Siracuse le pidió que fuera él quién te llevara de regreso a Hugel.
-¿¿¿Qué???...p-pero...
-Si!, yo también dije lo mismo -apuntó Ayako- ese engreído ya va a montar un Peco y ni siquiera se ha convertido en knight (ToT) ...¿por qué la vida es tan injusta? (TwT)


Todo el camino de regreso hasta Prontera fue algo triste para Alma. No quería llegar nunca. Por primera vez en su vida, no quería llegar nunca…

Mirna lo notó. Empezó a caminar lento, muy lento de manera que se fue retrasando a propósito del grupo, para acercarse al Poeta, que caminaba hasta atrás, y se acercó a comentarle algo al oído.
-Parece que alguien del grupo está sufriendo por dentro –dijo él cuando vio que Mirna intentaba comunicarse.
-Para ella, el viaje terminó.
-Para ella, el viaje apenas ha comenzado –apuntó el- sólo que aún no lo sabe.
-Y eso la está matando. Regalémosle una esperanza.
-¿La canción?

Ella se sonrió. Y su sonrisa le pareció al Poeta la de un ángel.

-Le queda perfecta –continuó la bailarina- por eso la compuse. Vi claramente esta escena una tarde, que venía de vuelta por las cuevas del este, al salir a la luz por la jungla de Papuchiha.
Entonces, haciendo uso de sus habilidades, de pronto comenzó a sonar una melodía que venía creciendo, poco a poco, en el viento, haciendo escala en las ráfagas, revoloteando como pelusas flotantes de un amanecer pronteriano. Y al poco de la música, le siguió una voz. Oh!, una voz afinada y dulce, delgada como la ligera línea que separa la vida de la muerte, pero sobre todo, apasionada, una voz que sorprenderí a todos mientras caminaban hacia la puerta Oeste de la ciudadela, la voz de Mirna…
Entonó aquella nueva canción que hace poco habían compuesto ella yel Poeta, en una de sus tantas lunas de música y de amor. Y la cantó en el lenguaje oficial de la Tierra de Midgard, que es una lengua extraña pero fascinante:




Kyowoolae dacheotdon chamooneul yeol go
Musec? Ha-neunmankum nal
Saranghanda haeso…


Theme of Prontera





She opens the window that's closed during winter
and she looks up to the skies she loves
she thinks of going back at times but
too much will be lost for it is too late.

Like a bird of the sun, she flies far
the world disappears and the stars soon sleep
and you'd think you'd never see her again
but she shows up again come the solstice of summer
She feels like wine as she touches your mouth
and she settles deep inside
crying in your sleep, you might meet
for she lies within your dreams
from what lies in you, she adjusts
and she makes herself shown
how the eyes long to see her and probably in dreaming they will see clearly
and maybe then you will forget ...



...and maybe then you will remember.




La canción terminó justo cuando el grupo de jóvenes y los dos adultos llegaron a la puerta Oeste, por la que habían salido un día antes, al atardecer, como si ella misma se hubiera alejado m{agicamente para esperar a que la bailarina culminara su notable actuación.



Para cuando esto pasó, los ojos de Alma se habían llenado de un tono cristalino vidrioso. La canción le había penetrado hondo en el alma como una flecha, pero, a pesar de ello, se había animado un poco. Comprendía que no podía haber vivido días mas emotivos que los de la última semana. Ahora, era tiempo de volver a su viejo Hugel.
Cuando estaban a punto de cruzar la puerta de accesoa al ciudadela, Un animal emplumado de poco menos de dos metros de las patas a la cabeza apareció con un chico en sus espaldas, montado.



-Ah, veo que ya estás lista. Anda, sube, supongo que ya te avisaron que seré yo quien te lleve de vuelta a tu pueblo. Y según me informaron, tenemos que hacerlo en tiempo récord. O te las verás con tus padres.


A Alma le latió rápido el corazón. Prontera se le escapaba de su vida como el agua viva entre las manos…

sábado, diciembre 03, 2011

El Evento de Donación de Armas (4 de 5)

-Mmmh… deliciosas. Ya había oído de la fama de las priests para la cocina.
-Gracias. Aun no soy priest.
-Lo serás –apuntó El Poeta.



Jery estaba un poco avergonzada. Estiró la mano y le pasó otra banderilla. Sentía que eran mundos opuestos. Ella estaba siguiendo el camino del recato, del sacrificio, de la oración, mientras que Mirna parecía que ya lo habpia vusto todo, o una gran parte de ello. En sus ojos flameantes y profundos se adivinaba una mujer de mundo, de sensaciones, terrenal… pero… ¿la mujer que estaba frente a ella, con todo su glamur, su voluptuosidad, sensualidad y aparente carisma, en verdad era todo lo contrario?, ¿era su propio rubor y su incomodidad la señal inequívoca de un prejuicio infundado sobre las bailarinas del reino?.

Un racimo de brazas se elevó por los aires. Ohan había echado un leño más a la hoguera a una indicación de Matsuo. La oscuridad había envuelto todos los alrededores, pero el pequeño grupo de jóvenes y dos adultos se sentían resguardados de la noche honda. Se había desatado una plática sobre las palabras que había pronunciado Sir Siracuse durante el Evento de Donación. Los muchachos querían saber si la situación era tan grave en el reino como para ameritar un cambio de identidad, y deseaban poder saber exactamente qué estaba pasando.

-Nadie puede saberlo con seguridad –afirmó El Poeta- si así fuera, Chivalry ya hubiera controlado la situación. Lo que si puedo decirles, es que deben estar muy alerta partir de ahora. Su generación será muy diferente a las anteriores. El de ustedes será un mundo mas peligroso.


“No los espantes” –dijo Mirna. Estaba sentada junto a él, con la pierna cruzada, y al decir esto, tiró un manotazo al aire y luego le limpió a su amigo con una sutil caricia los restos de comida que le habían quedado luego de dar una mordida a una banderilla.

-Deberías contarles tu sueño.
-¿Cuál sueño? –preguntó Ayako- ¿es malo?.
-Oh no!, no creo que sea buena idea. Ya deja de jugar con ellos.
-¿Cuál sueño, cuál sueño?. Cuentanos.
-Mirna es… especial. Ella, tiene sueños premonitorios con cierta frecuencia.
-No le hagan caso.
-La última vez que me habló de uno de ellos no pude dormir tres noches.
-Eres un loco. Yo no te dije que hicieras eso.
-He comprobado por experiencia propia que cuando Mirna sueña algo no debes pasarlo por alto.
-¿Y cuál es ese sueño? –insitía Ayako, que ya había caído presa de su innata curiosidad.
-Cuentanos, Mirna –secundó Alma, y luego Ohan y hast aJery asentó con un movimiento de cabeza.

Mirna, viendo que no le quedaba otro remedio, suspiró, hizo una pausa y empezó a narrar su sueño. Mientras lo hacía, el Poeta con su instrumento de cuerdas y una flauta multiple de tubitods de bambú de distintos tamaños que se puso a manera de colguije al cual soplaba a la par que con destreza tocaba los acordes, acompañó la narración de la dancer con una
melodía mística y misteriosa.


“Voy caminando de noche por un desierto… no sé que hago allí, pero la luna llena brilla en el cielo. Agacho la mirada, pues hace frío. Entonces, de pronto oigo un grito, horrible, lastimero, como si alguien muriera de la manera mas dolorosa que se pueda imaginar. Quiero correr pero no puedo. Entonces veo una sombra que tapa la luna, y lo oscurece todo. Me caigo sobre mis rodillas, el suelo ha empezado a temblar. Luego veo una luz, cegadora, intensa. Me cubro el rostro, no la aguanto. Me hago un ovillo sobre el suelo arenoso. Y entonces siento cosquilleos por todo el cuerpo y las manos. Son escorpiones enormes y larvas que infestan la tierra…¡son tantos!”


-¿Y luego…qué sucede?
-Nada, eso es todo lo que puedo recordar. Pero insisto en que no le hagan mucho caso a este hombre. La gente tiene pesadillas de vez en cuando. Fue solo un sueño.
-Uuuy! ¿qué querrá decir?, ¿sucederá algo?.
-Ay! Ya cállense. ¿Porque dice cosas tan feas?.
-Jajaja!, vamos Jery, si algo pas ay todos quedamos tirados muertos en el suelo tú serás la encargada de darnos Resurreción antes de que sea demasiado tarde.
-¿Bromeas?, aun no he podido ni curar ni al conejito y tu ya hablas de resurrección.


El aullido de un lobo solitario sonó lejano. Mas al norte de allí, aunque no muy lejos, los campos pronterianos se tornaban en una especie de bosque templado de vegetación espesa e intensa en el que habitaban algunas manadas de lobos salvajes.

Durante largo rato continuaron el músico y la bailarina hablando de cosas tenebrosas. Contpandoles a los jóvenes algunas de las leyendas que rondaban en el reino y las misteriosas muertes y desapariciones de personas en torno a ellas, fantasmas y demonios devoradores de almas.

Cuando la tensión creció suficiente para poner los pelos de punta a Alma y Jery, nerviosos a Ohan y Ayako y hasta un poco inquieto al mismo Matsuo, el Poeta decidió que era hora de aliviar el ambiente y sacó su flauta y otros dos curiosos instrumentos, volteó a ver a Mirna y decidió que ya era hora de ir a dormir.

Al cabo de un par de horas y de pláticas mas agradables, poco a poco los jóvenes se fueron metiendo a las casas de campaña. En una se metieron las mujeres, y en otra los muchachos. De manera implícita todos sabían quiénes eran los que brindarían protección por lo que restaba de la noche. Mirna en la casa de campaña de las chicas, y El Poeta en la de los chicos. Además, todos confiaban de alguna manera también en la espada de Matsuo, pues aunque era joven como todos ellos y no le habían visto pelear aun, presentían su gran habilidad.

En algún momento de la noche Alma se asomó al sentir que alguien abandonaba la casa de campaña de las chicas y pudo ver que Mirna salía a sentarse al tronco sobre el que habían estado a hacerle compañía al Poeta, que permanecía vigilando el campamento. Los escuchó platicar por espacio de unos quince minutos a voces bajas, y también vio a Mirna darle un tierno beso en la mejilla al músico antes de regresar a dormir.