sábado, diciembre 03, 2011

El Evento de Donación de Armas (4 de 5)

-Mmmh… deliciosas. Ya había oído de la fama de las priests para la cocina.
-Gracias. Aun no soy priest.
-Lo serás –apuntó El Poeta.



Jery estaba un poco avergonzada. Estiró la mano y le pasó otra banderilla. Sentía que eran mundos opuestos. Ella estaba siguiendo el camino del recato, del sacrificio, de la oración, mientras que Mirna parecía que ya lo habpia vusto todo, o una gran parte de ello. En sus ojos flameantes y profundos se adivinaba una mujer de mundo, de sensaciones, terrenal… pero… ¿la mujer que estaba frente a ella, con todo su glamur, su voluptuosidad, sensualidad y aparente carisma, en verdad era todo lo contrario?, ¿era su propio rubor y su incomodidad la señal inequívoca de un prejuicio infundado sobre las bailarinas del reino?.

Un racimo de brazas se elevó por los aires. Ohan había echado un leño más a la hoguera a una indicación de Matsuo. La oscuridad había envuelto todos los alrededores, pero el pequeño grupo de jóvenes y dos adultos se sentían resguardados de la noche honda. Se había desatado una plática sobre las palabras que había pronunciado Sir Siracuse durante el Evento de Donación. Los muchachos querían saber si la situación era tan grave en el reino como para ameritar un cambio de identidad, y deseaban poder saber exactamente qué estaba pasando.

-Nadie puede saberlo con seguridad –afirmó El Poeta- si así fuera, Chivalry ya hubiera controlado la situación. Lo que si puedo decirles, es que deben estar muy alerta partir de ahora. Su generación será muy diferente a las anteriores. El de ustedes será un mundo mas peligroso.


“No los espantes” –dijo Mirna. Estaba sentada junto a él, con la pierna cruzada, y al decir esto, tiró un manotazo al aire y luego le limpió a su amigo con una sutil caricia los restos de comida que le habían quedado luego de dar una mordida a una banderilla.

-Deberías contarles tu sueño.
-¿Cuál sueño? –preguntó Ayako- ¿es malo?.
-Oh no!, no creo que sea buena idea. Ya deja de jugar con ellos.
-¿Cuál sueño, cuál sueño?. Cuentanos.
-Mirna es… especial. Ella, tiene sueños premonitorios con cierta frecuencia.
-No le hagan caso.
-La última vez que me habló de uno de ellos no pude dormir tres noches.
-Eres un loco. Yo no te dije que hicieras eso.
-He comprobado por experiencia propia que cuando Mirna sueña algo no debes pasarlo por alto.
-¿Y cuál es ese sueño? –insitía Ayako, que ya había caído presa de su innata curiosidad.
-Cuentanos, Mirna –secundó Alma, y luego Ohan y hast aJery asentó con un movimiento de cabeza.

Mirna, viendo que no le quedaba otro remedio, suspiró, hizo una pausa y empezó a narrar su sueño. Mientras lo hacía, el Poeta con su instrumento de cuerdas y una flauta multiple de tubitods de bambú de distintos tamaños que se puso a manera de colguije al cual soplaba a la par que con destreza tocaba los acordes, acompañó la narración de la dancer con una
melodía mística y misteriosa.


“Voy caminando de noche por un desierto… no sé que hago allí, pero la luna llena brilla en el cielo. Agacho la mirada, pues hace frío. Entonces, de pronto oigo un grito, horrible, lastimero, como si alguien muriera de la manera mas dolorosa que se pueda imaginar. Quiero correr pero no puedo. Entonces veo una sombra que tapa la luna, y lo oscurece todo. Me caigo sobre mis rodillas, el suelo ha empezado a temblar. Luego veo una luz, cegadora, intensa. Me cubro el rostro, no la aguanto. Me hago un ovillo sobre el suelo arenoso. Y entonces siento cosquilleos por todo el cuerpo y las manos. Son escorpiones enormes y larvas que infestan la tierra…¡son tantos!”


-¿Y luego…qué sucede?
-Nada, eso es todo lo que puedo recordar. Pero insisto en que no le hagan mucho caso a este hombre. La gente tiene pesadillas de vez en cuando. Fue solo un sueño.
-Uuuy! ¿qué querrá decir?, ¿sucederá algo?.
-Ay! Ya cállense. ¿Porque dice cosas tan feas?.
-Jajaja!, vamos Jery, si algo pas ay todos quedamos tirados muertos en el suelo tú serás la encargada de darnos Resurreción antes de que sea demasiado tarde.
-¿Bromeas?, aun no he podido ni curar ni al conejito y tu ya hablas de resurrección.


El aullido de un lobo solitario sonó lejano. Mas al norte de allí, aunque no muy lejos, los campos pronterianos se tornaban en una especie de bosque templado de vegetación espesa e intensa en el que habitaban algunas manadas de lobos salvajes.

Durante largo rato continuaron el músico y la bailarina hablando de cosas tenebrosas. Contpandoles a los jóvenes algunas de las leyendas que rondaban en el reino y las misteriosas muertes y desapariciones de personas en torno a ellas, fantasmas y demonios devoradores de almas.

Cuando la tensión creció suficiente para poner los pelos de punta a Alma y Jery, nerviosos a Ohan y Ayako y hasta un poco inquieto al mismo Matsuo, el Poeta decidió que era hora de aliviar el ambiente y sacó su flauta y otros dos curiosos instrumentos, volteó a ver a Mirna y decidió que ya era hora de ir a dormir.

Al cabo de un par de horas y de pláticas mas agradables, poco a poco los jóvenes se fueron metiendo a las casas de campaña. En una se metieron las mujeres, y en otra los muchachos. De manera implícita todos sabían quiénes eran los que brindarían protección por lo que restaba de la noche. Mirna en la casa de campaña de las chicas, y El Poeta en la de los chicos. Además, todos confiaban de alguna manera también en la espada de Matsuo, pues aunque era joven como todos ellos y no le habían visto pelear aun, presentían su gran habilidad.

En algún momento de la noche Alma se asomó al sentir que alguien abandonaba la casa de campaña de las chicas y pudo ver que Mirna salía a sentarse al tronco sobre el que habían estado a hacerle compañía al Poeta, que permanecía vigilando el campamento. Los escuchó platicar por espacio de unos quince minutos a voces bajas, y también vio a Mirna darle un tierno beso en la mejilla al músico antes de regresar a dormir.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El que sigue, el que sigue ^^