Me ocupo de lo que me ocupa. Atiendo mis responsabilidades. Con virtudes y defectos propios.Ese padre soy yo. Lo mejor que puedo. Y me gusta. Amo hacerlo.
Pero luego... luego, cuando apenas queda un hueco, un pequeño rincón para mí y nadie más, me transformo de nuevo en ese hombre. Aquel que blande, aquel que cabalga tierras lejanas. Mis manos ya no pueden parar. Melodías cuyas letras mudas reencarnan en palabras de insólitas historias de batallas y fantasmas, me envuelven como el aire a la vida, como el agua al cuerpo que se sumerge en ella; como el fuego a los bosques incendiados por demonios malditos que buscaban descubrir sus secretos mas íntimos; como suelo fértil que aprieta y germina semillas en la vastedad del horizonte. ¡Ya no puedo parar!
No puedo parar de oír, de sentir, imaginar, y escribir...
Me transformo.
1 comentario:
El otro yo es ficticio o es real?
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