#Ediciones
El camino al horizonte
viernes, agosto 11, 2006
Caricias IV
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Te percataste entonces de tu sensualidad,
y de lo poderosa que eras.
Un segundo, un santiamén,
las estrellas brillaban sobre tu cabeza.
¿Un guerrero?, ¿una presa?.
Reíste.
El escudo de los hombres tuvo que ser entonces la fingida indiferencia...
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