viernes, junio 22, 2012
Solo
Me voy quedando solo en mi camino,
se oscurece mi espacio,
mi universo.
Se me acaba el helio,
mi estrella deja de brillar.
Genial!,
Pronto he de morir!
Pronto he de nacer!
sábado, junio 16, 2012
No puedo
No puedo cerrar los ojos,
a tu pena.
Tampoco pretender
no escuchar tus lamentos
si me estremecen
aun en la distancia
me erizan la piel
me empapan de nostalgia.
No puedo cerrar los ojos
a tu pena.
No puedo…
así como no puedo,
de igual manera,
asfixiar tu anhelo,
Y esperar que muera.
domingo, junio 10, 2012
Sangre
Salió de ti
abundante, líquida
Y por un instante, quizá pensaste,
mientras se iba:
¿No es este el presagio de una nueva vida?
¿No debiera serlo?
Proyéctame
Confinada al espacio mas íntimo,
y en compañía.
Luz blanca, no amarilla,
-que no exilia a la noche por completo-
Atraviesas los cristales bellos
de nuestra lluvia limpia.
Y proyectas sombras vivas
de sin igual secreto.
Música extinta.
Destellos, contornos, reflejos.
Vapor que enfría
la ebullición del cuerpo.
Si ha de existir tal día,
Ha de morir mi tiempo.
martes, mayo 29, 2012
Inexplicable
Siempre me he preguntado por qué hay atracciones que subsisten.
¿Qué propósito las creó?
¿Qué función cumplen con el simple hecho de existir?
¿Qué propósito las creó?
¿Qué función cumplen con el simple hecho de existir?
El Sueño del tigre
Hace unos meses, tuve un sueño.
Y en ese sueño, un felino nos embestía.
Tras la alambrada pronto me ponía
Pero al voltear sobre mis hombros,
-terrible visión-
una imagen espeluznante:
la bestia alcanzando a mi madre.
Valor de donde no había justo antes,
Fuerzas que se elevaban como potencias al miedo,
Tras la fiera, fiero me arrojaba.
Segundos de tardanza,
¿serían suficientes?
Sueño que se acaba, con final incierto
e incalculado….
Y en ese sueño, un felino nos embestía.
Tras la alambrada pronto me ponía
Pero al voltear sobre mis hombros,
-terrible visión-
una imagen espeluznante:
la bestia alcanzando a mi madre.
Valor de donde no había justo antes,
Fuerzas que se elevaban como potencias al miedo,
Tras la fiera, fiero me arrojaba.
Segundos de tardanza,
¿serían suficientes?
Sueño que se acaba, con final incierto
e incalculado….
jueves, mayo 24, 2012
Ímpetu
He olvidado uno de mis principales ideales:
La fuerza de voluntad.
O quizá, me he preocupado demasiado por hacer que mi voluntad y mi consciencia estén siempre de acuerdo.
Por estar a gusto, por alejarme del conflicto, por evitar ciertas situaciones embarazosas.
Pero ahora hay algo empujando , queriendo salir, queriendo gritar y contrariar ciertas opiniones.
Tabus, silencios...
Una ola golpeando las rocas... Y luego...
martes, mayo 22, 2012
Perdón...
No puedo, no ahora...
necesito esto.
Extraño aquel yo, lejano, que batallaba con 1000 cosas.
Y lo necesito de vuelta.
Aqui, ahora.
A 7 años de haber comenzado esta locura...
necesito esto.
Extraño aquel yo, lejano, que batallaba con 1000 cosas.
Y lo necesito de vuelta.
Aqui, ahora.
A 7 años de haber comenzado esta locura...
lunes, abril 09, 2012
Capítulo 1.- La noticia del Despertar de Satán Morroc
Nota: una serie de eventos de no poca importancia me dificultaron continuar esto. Sinceramente, pensé en dejarlo, pero debido a los ocultos seguidores de esta pseudo"historia" (contados con los dedos de una mano) y a que en los proximos meses con el ultimo cuatrimestre de mi carrera necesitare algo con que dsitraerme y que no me quite mucho tiempo, decidi iniciar la segunda entrega, a ver que sucede...
Prefacio.
La puerta del templo se abrió a mitad de la noche. Tras ella una figura grande, un tanto pesada, madura, que acumulaba los años en su espalda avanzó a pasos lentos. Le pareció, a esta figura sobria y amable, increíble que, a pesar de la prisa con la que había llegado, ahora se diera tiempo para caminar con relativa calma, cuando en realidad, ésta se esfumaba a cada segundo. El interior no estaba totalmente oscuro, mas bien en penumbra. Se distinguían tenuemente las sombras de los objetos, como si durmieran casi conscientes de que lo hacían. Las bancas de madera alineadas unas tras otras, en las que los fieles hundían sus rodillas mirando hacia el altar buscando algo que les colmara la vida de dicha y felicidad, parecían despertar suavemente al resonar de las pisadas, interrumpiendo la madrugada. Se quitó el casco metálico que le protegía la testa y lo abrazó contra su cuerpo a la usanza de un guerrero que vuelve a su cuartel. La luz y las sombras del ambiente libraban una batalla por declarar suya la Catedral. Dejó caer su rodilla frente a la mujer que le esperaba de frente en la escalinata. Era una mujer madura, casi tanto como él, quizá hasta un poco más. ¿Quién podría adivinarlo? Le besó el dorso de la mano y luego se incorporó para abrazarla.
-Creí que iba a tener que despertarte.
Ella lo abrazó con cierto cariño indulgente y hasta cierto punto compasivo y le respondió con una voz que corrió libremente por la sala de misas:
-Los lamentos de mil almas perdiéndose de una forma tan abominable no pueden pasar sordos a los oídos de quienes entregamos nuestra vida al Señor.
-Teresa… es tan horrible. Todo esto es tan desafortunado.
-Siracuse, querido. Tú sabías que este día tarde o temprano iba a llegar. Estaba escrito.
-Si. Pero nunca supimos cuando iba a suceder. Por más que me esforcé, por más que quise poner ojos en cuanto pueblo pudiera…si tan solo hubiera buscado un poco mas…traté…. Traté de evitarlo…de verdad.
-No te disculpes, no es tu culpa.
La madre Superiora estrechó de nuevo al hombre por los brazos, sujetándole fuertemente intentando infundirle ánimos.
-¿Y el Gran Obispo? –se animó a preguntar el militar.
-Esta preparándose. Está firmando la responsiva y empacando sus cosas.
-¿Firmando?
-Autorizará el uso de portales a la Orden de Sacerdotes y Sacerdotisas para dar aviso a los pueblos de la situación.
-¿A todos? Es muy peligroso, algún portal podría ser saboteado.
-Solo a las grandes capitales. De allí los mensajeros partirán a las aldeas circunvecinas a pie.
-¿A dónde los enviarán primero?
- Lighthalzen, Yuno, Payon, Rachel, Amatsu…aun deciden una ciudad mas. No saben si a Gonryun o a Moscovia.
El guerrero lanzó un suspiro de evidente preocupación, apretando su casco metálico contra su cuerpo.
-Sé lo que piensas, Siracuise, pero no te preocupes… no te aflijas, ella estará a salvo. Jamás imaginarían en donde esta viviendo. La escondiste muy bien.
-Pero está tan cerca del Lago Abismal…
-A veces el lugar mas seguro en medio del infierno, es el mismísimo abismo.
En eso se encendió la luz del pasillo del fondo, el gran Obispo apareció seguido de un grupo de 4 sacerdotes y 3 sacerdotisas que portaban las túnicas de misionero.
-Sir.
-Altísimo –respondió Siracuse el saludo al Gran Obispo.
-Creo que esta Catedral es el lugar mas seguro en todo el reino. Se convertirá en el refugio de todo pronteriano que pueda caber en ella. Apenas rompa el sol sonaremos las campanas para llamar a la gente.
-Por supuesto, su santidad. Me encargaré de que mis hombres toquen a la puerta de cada hogar para asegurarse de que nadie se quede en casa.
-La Orden Superior te lo agradece profundamente…¿Dónde está el Libro de la Madre Tierra?.
Siracuse frunció el ceño. Sabía que la respuesta no agradaría en nada al Gran Obispo. Pero como un hombre de lealtad y honor, no podría mentir bajo ninguna circunstancia. Y mucho menos al Gran Obispo. Eral el Código de Honor de los Caballeros de Rune Midgard, al que había jurado una lealtad inquebrantable desde la primera vez, y así se había mantenido por décadas…
______________
Capitulo 1.- La noticia del despertar de Satán Morroc
Nada posee mas libertad que el viento
el viento va y viene, gira, retrocede,
se apacigua o se enfurece.
Quién se desprenda de todo miedo
podrá montar sobre una ráfaga de viento.
Prefacio.
La puerta del templo se abrió a mitad de la noche. Tras ella una figura grande, un tanto pesada, madura, que acumulaba los años en su espalda avanzó a pasos lentos. Le pareció, a esta figura sobria y amable, increíble que, a pesar de la prisa con la que había llegado, ahora se diera tiempo para caminar con relativa calma, cuando en realidad, ésta se esfumaba a cada segundo. El interior no estaba totalmente oscuro, mas bien en penumbra. Se distinguían tenuemente las sombras de los objetos, como si durmieran casi conscientes de que lo hacían. Las bancas de madera alineadas unas tras otras, en las que los fieles hundían sus rodillas mirando hacia el altar buscando algo que les colmara la vida de dicha y felicidad, parecían despertar suavemente al resonar de las pisadas, interrumpiendo la madrugada. Se quitó el casco metálico que le protegía la testa y lo abrazó contra su cuerpo a la usanza de un guerrero que vuelve a su cuartel. La luz y las sombras del ambiente libraban una batalla por declarar suya la Catedral. Dejó caer su rodilla frente a la mujer que le esperaba de frente en la escalinata. Era una mujer madura, casi tanto como él, quizá hasta un poco más. ¿Quién podría adivinarlo? Le besó el dorso de la mano y luego se incorporó para abrazarla.
-Creí que iba a tener que despertarte.
Ella lo abrazó con cierto cariño indulgente y hasta cierto punto compasivo y le respondió con una voz que corrió libremente por la sala de misas:
-Los lamentos de mil almas perdiéndose de una forma tan abominable no pueden pasar sordos a los oídos de quienes entregamos nuestra vida al Señor.
-Teresa… es tan horrible. Todo esto es tan desafortunado.
-Siracuse, querido. Tú sabías que este día tarde o temprano iba a llegar. Estaba escrito.
-Si. Pero nunca supimos cuando iba a suceder. Por más que me esforcé, por más que quise poner ojos en cuanto pueblo pudiera…si tan solo hubiera buscado un poco mas…traté…. Traté de evitarlo…de verdad.
-No te disculpes, no es tu culpa.
La madre Superiora estrechó de nuevo al hombre por los brazos, sujetándole fuertemente intentando infundirle ánimos.
-¿Y el Gran Obispo? –se animó a preguntar el militar.
-Esta preparándose. Está firmando la responsiva y empacando sus cosas.
-¿Firmando?
-Autorizará el uso de portales a la Orden de Sacerdotes y Sacerdotisas para dar aviso a los pueblos de la situación.
-¿A todos? Es muy peligroso, algún portal podría ser saboteado.
-Solo a las grandes capitales. De allí los mensajeros partirán a las aldeas circunvecinas a pie.
-¿A dónde los enviarán primero?
- Lighthalzen, Yuno, Payon, Rachel, Amatsu…aun deciden una ciudad mas. No saben si a Gonryun o a Moscovia.
El guerrero lanzó un suspiro de evidente preocupación, apretando su casco metálico contra su cuerpo.
-Sé lo que piensas, Siracuise, pero no te preocupes… no te aflijas, ella estará a salvo. Jamás imaginarían en donde esta viviendo. La escondiste muy bien.
-Pero está tan cerca del Lago Abismal…
-A veces el lugar mas seguro en medio del infierno, es el mismísimo abismo.
En eso se encendió la luz del pasillo del fondo, el gran Obispo apareció seguido de un grupo de 4 sacerdotes y 3 sacerdotisas que portaban las túnicas de misionero.
-Sir.
-Altísimo –respondió Siracuse el saludo al Gran Obispo.
-Creo que esta Catedral es el lugar mas seguro en todo el reino. Se convertirá en el refugio de todo pronteriano que pueda caber en ella. Apenas rompa el sol sonaremos las campanas para llamar a la gente.
-Por supuesto, su santidad. Me encargaré de que mis hombres toquen a la puerta de cada hogar para asegurarse de que nadie se quede en casa.
-La Orden Superior te lo agradece profundamente…¿Dónde está el Libro de la Madre Tierra?.
Siracuse frunció el ceño. Sabía que la respuesta no agradaría en nada al Gran Obispo. Pero como un hombre de lealtad y honor, no podría mentir bajo ninguna circunstancia. Y mucho menos al Gran Obispo. Eral el Código de Honor de los Caballeros de Rune Midgard, al que había jurado una lealtad inquebrantable desde la primera vez, y así se había mantenido por décadas…
______________
Capitulo 1.- La noticia del despertar de Satán Morroc
Nada posee mas libertad que el viento
el viento va y viene, gira, retrocede,
se apacigua o se enfurece.
Quién se desprenda de todo miedo
podrá montar sobre una ráfaga de viento.
Y así pasaron dos años desde aquella despedida a las afueras cercanas de los bosques de Prontera. Dos años que corrieron con la libertad de una ráfaga de aire y que cargaron ese mismo aire con una expectaiva y un furor guerrero mezclado con paz y vigilia, alerta y vacación, ocupación y ocio, temor y relajación. Todas ellas sensaciones contrarias, todas por lo que había ocurrido.
La noticia del Despertar de Satán Morroc impactó fuertemente los primeros meses. En los pueblos no se podía creer lo que oían de los mensajeros del reino, enviados a primeras horas de la mañana para informarles de la muerte y desaparición de una ciudad entera. La OSAR (Orden Superior de Asuntos Religiosos) autorizó desde entonces a los priests el volver a usar la vieja técnica del portal de luz, a condición de que fuera usada con moderación y extrema precaución, y solo por priests de cierta categoría y habilidad. Esto para agilizar la movilización de fuerzas de defensa en caso de emergencia. Pero, extrañamente, Satán Morroc nunca apareció…
Aunque se sabía que se había liberado, y que en cualquier momento podría atacar Prontera o cualquiera de las ciudadelas del Reino de Midgard, nadie le vio ni siquiera la sombra, desapareció como un ladrón a mitad de la noche, cual fantasma innombrable. Debía estar planeando algo grande, o quizá…quizá el salir de su prisión de inframundo le había dejado demasiado débil y estaba recuperándose. Por ello, Chivalry duplicó el numero de los reclutados, y el reino se inundó mas que nunca de guerreros de todas clases.
Los funerales y actos solemnes en memoria de los casi 120 mil habitantes de Morroc que perdieron la vida aquella trágica noche en el desierto sahariano, se extendieron por más de un año, y tras no haber quedado mas que ruinas y vestigios semidestruidos de una ciudadela que en otros tiempos compitiera con prontera por el titulo de Capital del Reino, Morroc, poco a poco, iría sumiéndose en la historia.
Ahora, a dos años del incidente, aunque aun fresco el recuerdo en las mentes de quienes alguna vez visitaron la Capital del desierto y en las mentes de los familiares lejanos que perdieron a seres queridos en el incidente, una guardia permanente de guerreros solo quedó instalada en Morroc. El ‘área cero’ o centro de Morroc, el enorme agujero por donde emergió Satán devorando la ciudad, fue rellenado con tierra traída del norte, pero extrañamente al poco tiempo de ser rellenada, el suelo en esa zona se empezó a oscurecer como si se quemara dese abajo, como si aún un fuego horrible e incesante ardiera bajo ella, por lo que el acceso a Morroc y en especial a la zona cero, quedó severamente restringido.
En medio de un clima de incertidumbre y temor por parte de las grandes corporaciones que gobernaban el Reino por el ataque de Satán en cualquier momento, la gente, el pueblo, fue volviendo lentamente a sus vidas cotidianas, a sus costumbres y actividades de siempre, sin mas alternativa. La vida sigue, y ellos sabían que así debía ser. La única diferencia ahora era que se estaban acostumbrando a una mayor presencia de guerreros por todo el reino.
Ohan miró las sombras de los árboles en el suelo y calculó la hora. Ya era tarde. Como siempre, Ayako, es decir, Usagi, tardaba en llegar. Sonrió… él también se había vuelto así últimamente.
-Espero que esta vez pase la prueba con menores dificultades. Es cierto… hace apenas dos años yo también era tan solo un swordman.
El Knight de vestimenta negra con vivos en verde enterró su espada en el césped, y se sentó a esperar.
martes, enero 10, 2012
Capitulo Final
Ocurrió exactamente a las 3:08 de la madrugada. El guardia irrumpió en la habitación de Sir Siracuse sorprendiendo no sólo a él, sino a todos los durmientes en los cuartos contiguos que habían sido despertados por un grito lastimero de mujer a mitad de la noche y un escándalo de puertas azotadas y objetos caídos con los que había tropezado el guardia para llegar hasta la habitación del segundo al mando de Chivalry.
-¡Señor!
Sir Siracuse se enderezó presto con la agilidad y la determinación de sus tiempos de juventud. Sabía que una irrupción así a esas horas de la madrugada solo podía deberse a un asunto de causa mayor.
-¡Señor!
Sir Siracuse se enderezó presto con la agilidad y la determinación de sus tiempos de juventud. Sabía que una irrupción así a esas horas de la madrugada solo podía deberse a un asunto de causa mayor.
-¡Señor!, ¡mi Señor!. Morroc… ha…
Ni siquiera escuchó completo el mensaje. Tomó su traje de gala del perchero que colgaba de la pared con todas sus insignias y medallas al valor que había acumulado durante años de servicio, y salió de la habitación con una mirada seria de profunda preocupación.
Ni siquiera escuchó completo el mensaje. Tomó su traje de gala del perchero que colgaba de la pared con todas sus insignias y medallas al valor que había acumulado durante años de servicio, y salió de la habitación con una mirada seria de profunda preocupación.
Aun mas fue su sorpresa cuando al salir a la sala de recepción, encontró a una mujer en el suelo con el cuerpo de un Priest en brazos, ya sin vida
.-¿Qué pasó mujer?. ¡Dime qué fue lo que pasó!. –gritó Sir Siracuse sacudiendo a la mujer por los hombros que parecía estar atorada en un shock de dolorosa pena.
-¡El…él apenas pudo venir!.
-¿De dónde mujer?. ¡De dónde vino este hombre!.
-¡De Morroc… Abrió un Portal! –la voz se le resquebrajaba por el llanto. Los huéspedes despertaban alarmados ante el amargo llanto de la mujer, con presagios en sus almas de algo horrible.
.-¿Qué pasó mujer?. ¡Dime qué fue lo que pasó!. –gritó Sir Siracuse sacudiendo a la mujer por los hombros que parecía estar atorada en un shock de dolorosa pena.
-¡El…él apenas pudo venir!.
-¿De dónde mujer?. ¡De dónde vino este hombre!.
-¡De Morroc… Abrió un Portal! –la voz se le resquebrajaba por el llanto. Los huéspedes despertaban alarmados ante el amargo llanto de la mujer, con presagios en sus almas de algo horrible.
Fue entonces cuando Siracuse notó que en las manos del cadáver de aquel Priest varón, aun estaban los restos de la gema azul que había empleado para teletransportarse desde la ciudad de Morroc hasta la ciudad de Prontera. Una técnica que resultaba peligrosa si se intentaba en las condiciones de un herido.
-¿Qué más, mujer?, ¿qué más te dijo?
.-¡Dijo que El ha vuelto, que salió de la tierra, desde abajo, y mató a todos!. Noooo! Mi hijo!!! ¡Mi hijo ha muerto…!
Un nudo en la garganta asfixió a Sir Siracuse. Los presentes que poco a poco llegaban aun en sus pijamas a la sala de recpción tras oír el escándalo comenzaban a comprender la situación. Al parecer, algo indecible había sucedido en Morroc, algo más que trágico, espeluznante…
El joven Priest había sobrevivido a lo que fuera que hubiera ocurrido, pero había quedado muy lastimado. Con su último soplo de vida, se arrastró por el suelo arenoso de una ciudad en llamas y de la bolsa de un vendedor de joyas muerto, había extraído una gema azul, había reunido las fuerzas de donde ya no las tenía para abrir un portal, y con sus últimos segundos de vida había logrado llegar hasta la Corporación Chivalry, en Prontera. Su agonía terminó en la sala de aquella recepción.
Por primera vez en muchos años, Sir Siracuse quedó petrificado de espanto. Se incorporó. El dolor del llanto ahogado y combulsivo de la señora, quién trabajaba en la cocina de la Corporación Chivalry con su joven hijo entre sus brazos, muerto, le erizaba la piel y tocaba, después de largos años de ausencia, los sentimientos del miedo en el corazón Lord Knight retirado.
Finalmente, se erigió. Al borde del desconcierto. Hizo un ademán a uno de sus sirvientes para que preparara su Peco, su mejor espada, su mejor lanza, la lanza santa, que había resistido diez refinaciones y sus cosas de importancia para dirigirse a todo galope a la Catedral. A mitad de la noche, una pesadilla se había iniciado.
Para cuando Sir Siracuse abandonó el edificio de la Corporación y partió de allí a toda velocidad, la luna lucía roja y oscura sobre el firmamento pronteriano. Notó que sobre el cielo en dirección suroeste, una nube de humo anaranjado, del color del óxido de hierro, cubría una gran parte del cielo. Morroc estaba en esa dirección, a por lo menos unos cuantos cientos de kilómetros, y sin embargo, podía notarse que algo allí había ocurrido… aun a esa distancia.
¡Peco-Peco!. El animal debió percibir los sentimientos de angustia de su jinete, porque corrió como jamás en su vida, a pesar de ser un Peco ya viejo, y a pesar de la oscuridad que se avecinaba sobre el reino…
Fin del libro de la Madre Tierra
Próxima entrega:
El libro de la ráfaga de viento
Cap 1.- La noticia del despertar de Satán Morroc.
Un nudo en la garganta asfixió a Sir Siracuse. Los presentes que poco a poco llegaban aun en sus pijamas a la sala de recpción tras oír el escándalo comenzaban a comprender la situación. Al parecer, algo indecible había sucedido en Morroc, algo más que trágico, espeluznante…
El joven Priest había sobrevivido a lo que fuera que hubiera ocurrido, pero había quedado muy lastimado. Con su último soplo de vida, se arrastró por el suelo arenoso de una ciudad en llamas y de la bolsa de un vendedor de joyas muerto, había extraído una gema azul, había reunido las fuerzas de donde ya no las tenía para abrir un portal, y con sus últimos segundos de vida había logrado llegar hasta la Corporación Chivalry, en Prontera. Su agonía terminó en la sala de aquella recepción.
Por primera vez en muchos años, Sir Siracuse quedó petrificado de espanto. Se incorporó. El dolor del llanto ahogado y combulsivo de la señora, quién trabajaba en la cocina de la Corporación Chivalry con su joven hijo entre sus brazos, muerto, le erizaba la piel y tocaba, después de largos años de ausencia, los sentimientos del miedo en el corazón Lord Knight retirado.
Finalmente, se erigió. Al borde del desconcierto. Hizo un ademán a uno de sus sirvientes para que preparara su Peco, su mejor espada, su mejor lanza, la lanza santa, que había resistido diez refinaciones y sus cosas de importancia para dirigirse a todo galope a la Catedral. A mitad de la noche, una pesadilla se había iniciado.
Para cuando Sir Siracuse abandonó el edificio de la Corporación y partió de allí a toda velocidad, la luna lucía roja y oscura sobre el firmamento pronteriano. Notó que sobre el cielo en dirección suroeste, una nube de humo anaranjado, del color del óxido de hierro, cubría una gran parte del cielo. Morroc estaba en esa dirección, a por lo menos unos cuantos cientos de kilómetros, y sin embargo, podía notarse que algo allí había ocurrido… aun a esa distancia.
¡Peco-Peco!. El animal debió percibir los sentimientos de angustia de su jinete, porque corrió como jamás en su vida, a pesar de ser un Peco ya viejo, y a pesar de la oscuridad que se avecinaba sobre el reino…
Fin del libro de la Madre Tierra
Próxima entrega:
El libro de la ráfaga de viento
Cap 1.- La noticia del despertar de Satán Morroc.
Hibiki
Amanece. Las campanas de la Catedral Pronteriana suenan en lo alto del campanar. Prontera despierta un día más. ¿Me despierto y qué veo?. A un chico sobre la barda otra vez, ha aventado piedrecitas a mi ventana para despertarme. Rápidamente brinco de mi colchón buscando salir antes de que la Madre Teresa lo vea de nuevo. El no debe estar aquí, pero…
Han pasado tres días desde que Alma emprendió su viaje. Me pregunto si estará ya por llegar. Hacer un viaje de 7 días en 4 puede resultar peligroso.
-Hey Jery! , date prisa! ¿cuándo vas a salir?
-Espera hombre, paciencia… ya te dije que no vengas tan temprano. ¿No puedes esperar a que haya amanecido completamente?
-Ya ha amanecido completamente.
Salgo, fingiendo estar enojada… ¿qué más puedo hacer?. No quiero que piense que las cosas pueden ser tan fáciles conmigo. Ah! Pero a decir verdad…
-Dame un beso.
Se lo niego. Aunque, por dentro, espero que no tarde demasiado en volvérmelo a pedir, una vez mas. Como siempre lo hace…
Han pasado tres días desde que Alma emprendió su viaje. Me pregunto si estará ya por llegar. Hacer un viaje de 7 días en 4 puede resultar peligroso.
-Hey Jery! , date prisa! ¿cuándo vas a salir?
-Espera hombre, paciencia… ya te dije que no vengas tan temprano. ¿No puedes esperar a que haya amanecido completamente?
-Ya ha amanecido completamente.
Salgo, fingiendo estar enojada… ¿qué más puedo hacer?. No quiero que piense que las cosas pueden ser tan fáciles conmigo. Ah! Pero a decir verdad…
-Dame un beso.
Se lo niego. Aunque, por dentro, espero que no tarde demasiado en volvérmelo a pedir, una vez mas. Como siempre lo hace…
El mal presagio.
Ciudad de Morroc
-¡Usted no entiende!, debe dejarme pasar. Esto es de suma importancia para la Corporación.
-Oiga amigo, yo sólo tengo órdenes de resguardar el lugar de cualquier persona hasta que la reunión termine.
En ese instante, los miembros del Consejo venían saliendo. Entre ellos, Sir Siracuse y todo el gabinete de seguridad de Chivalry, la Wizard Guild y la Orden Superior de Asuntos Religiosos de Rune Midgard.
-¡Capitán, Capitán! -gritó el geólogo intentando abrirse paso entre la multitud de reporteros con sus pergaminos e instrumentos para tomar notas- ¡Capitán, por favor, escúcheme!
La multitud fue arrojando al geólogo -que a decir era bastante menudo- hacia afuera del círculo y lejos del paso de los miembros de la Corporación. A decir verdad, si Sir Siracuse o el mismísimo Capitán lo hubieran escuchado quizá le hubieran dado la palabra. Como estrategas militares, sabían de la importancia de no desperdiciar ningún tipo de información, por muy poco confiable que esta pareciera. Pero no fue así. El griterío de las decenas de reporteros que se arremolinaban todos alrededor de la salida del Palacio no permitían que las palabras de la débil voz del geólogo, ya muy enfermo por la infección, llegara hasta los líderes de quiénes suplicaba su atención.
-Deben..(cof cof!!) …deben escucharme! La Ciudad está.. (¡cof, cof!), la ciudad está en un gran peligro!
En eso, alguien lo empujó por la espalda accidentalmente. El geólogo repitió su advertencia desde el suelo desértico, con el polvo entre los dientes. Nadie le oyó.
-¡Usted no entiende!, debe dejarme pasar. Esto es de suma importancia para la Corporación.
-Oiga amigo, yo sólo tengo órdenes de resguardar el lugar de cualquier persona hasta que la reunión termine.
En ese instante, los miembros del Consejo venían saliendo. Entre ellos, Sir Siracuse y todo el gabinete de seguridad de Chivalry, la Wizard Guild y la Orden Superior de Asuntos Religiosos de Rune Midgard.
-¡Capitán, Capitán! -gritó el geólogo intentando abrirse paso entre la multitud de reporteros con sus pergaminos e instrumentos para tomar notas- ¡Capitán, por favor, escúcheme!
La multitud fue arrojando al geólogo -que a decir era bastante menudo- hacia afuera del círculo y lejos del paso de los miembros de la Corporación. A decir verdad, si Sir Siracuse o el mismísimo Capitán lo hubieran escuchado quizá le hubieran dado la palabra. Como estrategas militares, sabían de la importancia de no desperdiciar ningún tipo de información, por muy poco confiable que esta pareciera. Pero no fue así. El griterío de las decenas de reporteros que se arremolinaban todos alrededor de la salida del Palacio no permitían que las palabras de la débil voz del geólogo, ya muy enfermo por la infección, llegara hasta los líderes de quiénes suplicaba su atención.
-Deben..(cof cof!!) …deben escucharme! La Ciudad está.. (¡cof, cof!), la ciudad está en un gran peligro!
En eso, alguien lo empujó por la espalda accidentalmente. El geólogo repitió su advertencia desde el suelo desértico, con el polvo entre los dientes. Nadie le oyó.
Adios.
A Jery le pareció gracioso Matsuo subido en un peco-peco. A pesar de que el muchacho lucía sofisticado y fuerte en sus vestimentas anteriores, que mas que un aire de swordman le daban un aire de samurái de alto rango, ahora, metido en la armadura de metal y malla de acero de un knight, a decir verdad se veía un poco delgado. “Le falta llenarla” –pensó para sí. Aunque su miraba no cambiaba, sus ojos aun mostraban esa serenidad acostumbrada y parecían posarse en la lejanía.
Alma subió torpemente al peco-peco.
-Abrázalo –declaró el Poeta con picardía- si no lo haces te vas a caer.
Tímidamente Alma posó sus manos en los hombros del joven con tanta suavidad como la suavidad con que se posaría una mariposa en una flor. El peco-peco se inquietó un poco al sentir un peso adicional sobre su lomo.
-¡Asi no, te vas a caer al primer desnivel que pasen!,
-Abrázalo por la cintura querida –se acercó a ayudar Mirna- no sucede nada.
Tuvo la bailarina que tomar sus brazos y pasárselos a Matsuo por debajo de los hombros, a la altura de la cintura, sujetándolos contra la placa abdominal de la armadura de Matsuo para que la chica quedara bien asida del jinete y adquiriera estabilidad.
Alma se había ruborizado un poco.
-Bueno… supongo que volveremos a vernos –aseveró el Poeta.
-Es triste que tengamos que separarnos –dijo Jery – a pesar de que fue solo un campamento de una noche lo que estuvimos juntos, siento como si hubiéramos convivido por meses.
-Cada uno tiene un destino que seguir. Son jóvenes, no se preocupen, se encontrarán de nuevo, ya lo verán.
-Bueno, nosotros partimos. No hay tiempo que perder.
-Que tengan un buen viaje.
-Gracias por ayudarme con la Biblioteca, Alma.
-Ojalá pudiera ayudarte siempre
-Ten cuidado con el tipo –dijo Ayako- suele enojarse con facilidad.
-Cuidate.
-Adiós Ohan….Mirna…
Alma miro al Poeta, por un momento, sintió que el tiempo se detenía. Encontró su mirada cándida, serena. Detrás de aquellas pupilas cristalinas se hallaba un misterio de dimensiones insondables. Había volteado a verlo pensando en que, de hecho, no sabía su nombre, solo se había presentado así. El instante de apenas una fracción de segundos pareció la conjugación de una eternidad de preguntas sin respuesta para el corazón de la chica. En su interior, en lo más recóndito de su mente de extraordinaria memoria, se había configurado ya el prototipo ideal del hombre de sus sueños, sin saberlo…
-Que tengas buen viaje –dijo este, notando que algún pensamiento había causado en la joven- vas bien protegida. Te lo puedo asegurar.
Matsuo agitó las riendas del peco. “Peco- Peco!” eran las palabras con las que, misteriosamente, se hacía correr al animal. Quizá por ello se había decidido llamarle asi…
Ambos comenzaron a alejarse a un ritmo creciente entre los árboles pronterianos, mientras los demás daban la vuelta lentamente y se devolvían a la ciudadela. Jery y los demás ya adelantados, Ayako fue quedándose atrás. Miraba alejarse a aquel par, montados en el emplumado y bello animal, mientras seguía con la mirada la cabecita asomada de la mochila de Jery del pequeño lunatik.
Ayako sintió, sin saber por qué. que aquel campamento había marcado el inicio de una nueva etapa en su vida. El conejito luchaba por salir de la mochila de Jery, pero estaba bien sujetado.
-Creo… -dijo Ayako hablando para sí misma- creo que elegiré como nombre del cambio de identidad… Usagi…
Alma subió torpemente al peco-peco.
-Abrázalo –declaró el Poeta con picardía- si no lo haces te vas a caer.
Tímidamente Alma posó sus manos en los hombros del joven con tanta suavidad como la suavidad con que se posaría una mariposa en una flor. El peco-peco se inquietó un poco al sentir un peso adicional sobre su lomo.
-¡Asi no, te vas a caer al primer desnivel que pasen!,
-Abrázalo por la cintura querida –se acercó a ayudar Mirna- no sucede nada.
Tuvo la bailarina que tomar sus brazos y pasárselos a Matsuo por debajo de los hombros, a la altura de la cintura, sujetándolos contra la placa abdominal de la armadura de Matsuo para que la chica quedara bien asida del jinete y adquiriera estabilidad.
Alma se había ruborizado un poco.
-Bueno… supongo que volveremos a vernos –aseveró el Poeta.
-Es triste que tengamos que separarnos –dijo Jery – a pesar de que fue solo un campamento de una noche lo que estuvimos juntos, siento como si hubiéramos convivido por meses.
-Cada uno tiene un destino que seguir. Son jóvenes, no se preocupen, se encontrarán de nuevo, ya lo verán.
-Bueno, nosotros partimos. No hay tiempo que perder.
-Que tengan un buen viaje.
-Gracias por ayudarme con la Biblioteca, Alma.
-Ojalá pudiera ayudarte siempre
-Ten cuidado con el tipo –dijo Ayako- suele enojarse con facilidad.
-Cuidate.
-Adiós Ohan….Mirna…
Alma miro al Poeta, por un momento, sintió que el tiempo se detenía. Encontró su mirada cándida, serena. Detrás de aquellas pupilas cristalinas se hallaba un misterio de dimensiones insondables. Había volteado a verlo pensando en que, de hecho, no sabía su nombre, solo se había presentado así. El instante de apenas una fracción de segundos pareció la conjugación de una eternidad de preguntas sin respuesta para el corazón de la chica. En su interior, en lo más recóndito de su mente de extraordinaria memoria, se había configurado ya el prototipo ideal del hombre de sus sueños, sin saberlo…
-Que tengas buen viaje –dijo este, notando que algún pensamiento había causado en la joven- vas bien protegida. Te lo puedo asegurar.
Matsuo agitó las riendas del peco. “Peco- Peco!” eran las palabras con las que, misteriosamente, se hacía correr al animal. Quizá por ello se había decidido llamarle asi…
Ambos comenzaron a alejarse a un ritmo creciente entre los árboles pronterianos, mientras los demás daban la vuelta lentamente y se devolvían a la ciudadela. Jery y los demás ya adelantados, Ayako fue quedándose atrás. Miraba alejarse a aquel par, montados en el emplumado y bello animal, mientras seguía con la mirada la cabecita asomada de la mochila de Jery del pequeño lunatik.
Ayako sintió, sin saber por qué. que aquel campamento había marcado el inicio de una nueva etapa en su vida. El conejito luchaba por salir de la mochila de Jery, pero estaba bien sujetado.
-Creo… -dijo Ayako hablando para sí misma- creo que elegiré como nombre del cambio de identidad… Usagi…
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