martes, enero 10, 2012

Adios.



A Jery le pareció gracioso Matsuo subido en un peco-peco. A pesar de que el muchacho lucía sofisticado y fuerte en sus vestimentas anteriores, que mas que un aire de swordman le daban un aire de samurái de alto rango, ahora, metido en la armadura de metal y malla de acero de un knight, a decir verdad se veía un poco delgado. “Le falta llenarla” –pensó para sí. Aunque su miraba no cambiaba, sus ojos aun mostraban esa serenidad acostumbrada y parecían posarse en la lejanía.

Alma subió torpemente al peco-peco.

-Abrázalo –declaró el Poeta con picardía- si no lo haces te vas a caer.
Tímidamente Alma posó sus manos en los hombros del joven con tanta suavidad como la suavidad con que se posaría una mariposa en una flor. El peco-peco se inquietó un poco al sentir un peso adicional sobre su lomo.
-¡Asi no, te vas a caer al primer desnivel que pasen!,
-Abrázalo por la cintura querida –se acercó a ayudar Mirna- no sucede nada.

Tuvo la bailarina que tomar sus brazos y pasárselos a Matsuo por debajo de los hombros, a la altura de la cintura, sujetándolos contra la placa abdominal de la armadura de Matsuo para que la chica quedara bien asida del jinete y adquiriera estabilidad.
Alma se había ruborizado un poco.

-Bueno… supongo que volveremos a vernos –aseveró el Poeta.
-Es triste que tengamos que separarnos –dijo Jery – a pesar de que fue solo un campamento de una noche lo que estuvimos juntos, siento como si hubiéramos convivido por meses.
-Cada uno tiene un destino que seguir. Son jóvenes, no se preocupen, se encontrarán de nuevo, ya lo verán.
-Bueno, nosotros partimos. No hay tiempo que perder.
-Que tengan un buen viaje.
-Gracias por ayudarme con la Biblioteca, Alma.
-Ojalá pudiera ayudarte siempre
-Ten cuidado con el tipo –dijo Ayako- suele enojarse con facilidad.
-Cuidate.
-Adiós Ohan….Mirna…

Alma miro al Poeta, por un momento, sintió que el tiempo se detenía. Encontró su mirada cándida, serena. Detrás de aquellas pupilas cristalinas se hallaba un misterio de dimensiones insondables. Había volteado a verlo pensando en que, de hecho, no sabía su nombre, solo se había presentado así. El instante de apenas una fracción de segundos pareció la conjugación de una eternidad de preguntas sin respuesta para el corazón de la chica. En su interior, en lo más recóndito de su mente de extraordinaria memoria, se había configurado ya el prototipo ideal del hombre de sus sueños, sin saberlo…

-Que tengas buen viaje –dijo este, notando que algún pensamiento había causado en la joven- vas bien protegida. Te lo puedo asegurar.

Matsuo agitó las riendas del peco. “Peco- Peco!” eran las palabras con las que, misteriosamente, se hacía correr al animal. Quizá por ello se había decidido llamarle asi…
Ambos comenzaron a alejarse a un ritmo creciente entre los árboles pronterianos, mientras los demás daban la vuelta lentamente y se devolvían a la ciudadela. Jery y los demás ya adelantados, Ayako fue quedándose atrás. Miraba alejarse a aquel par, montados en el emplumado y bello animal, mientras seguía con la mirada la cabecita asomada de la mochila de Jery del pequeño lunatik.

Ayako sintió, sin saber por qué. que aquel campamento había marcado el inicio de una nueva etapa en su vida. El conejito luchaba por salir de la mochila de Jery, pero estaba bien sujetado.

-Creo… -dijo Ayako hablando para sí misma- creo que elegiré como nombre del cambio de identidad… Usagi…

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