Ya no es como hace 20 años, cuando salía a vivir gloriosas aventuras. Construir un cobertizo a mitad de la selva, ganar el campeonato imaginario colonial, o perseguir aquellos amores de piel morena so pretexto de fastidiar.
Ya no.
Por el lejano horizonte se resecan los montes y su espesura ahora raquítica cruje con los pasos de extraviados forasteros. Los recintos de esas hazañas deportivas ya se han erosionado, y apenas algo queda de reconocible en el ambiente; las niñas, mujeres se han vuelto y sus hijos han parido con mas o menos alegría, con mas o menos dolor.
Pero el tiempo, que ciertamente actúa como la arena de la que hablaba Kobo Abe, atrapándonos en sus trampas como las de las hormigas león, no es el único culpable. Podría seguir siendo igual -claro está, con sus nuevos actores- pero no es así.
En verdad todo ahora ya no es como antes. ¿Está bien?. Alguna otra lección quizá debamos aprender.
Una mediana amarilla reclama ahora mas respeto. No quiere ser un dios un segundo más, ahora, quiere ser maestro.
Y si en algún momento algún loco como el que fui, como los que fuimos, intenta(n) repetir, no deberá olvidar su filtro solar factor 70 antes de salir y poner un pie siquiera en el umbral.
2 comentarios:
El incesantes estado cambiante de la vida...
Ya no es como hace 20 años, pero aún quedan los viejos, los árboles que nos cuidan, nos cobijan a su sombra y en sus entrañas cuentan nuestras aventuras.
Encontré tu blog y fue muy grato leerte, recordarte después de años...
un abrazo.
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