Frecuentemente me sucede que disfruto de las cosas cuando ya se han ido. Debe ser lo que la gente llama "extrañar". Hoy, una de las cosas que mas extraño es aquel día de cada año. El primer domingo de diciembre, que es cuando se celebra el Nihongo Noryouku Shiken o para que se entienda mejor, el Examen Oficial de certificación del idioma japonés.
Recuerdo que por varios años durante una etapa de mi vida soñaba con aprender ese idioma e ir a Japón, de alguna forma u otra. Así que comencé el estudio formal del idioma en una escuela en la Ciudad de México y durante 4 años me fajé (como dicen los chavos) en una aventura extraña y complicada pero igual de fascinante que resultó ser aquella ilusión.
¿Ilusión?, si, ilusión. La vida es bella y tiene muchas cosas reales muy satisfactorias, pero tambipen tiene realidades muy crueles y límites muy tangibles. Y a mí, no me tocó ir a Japón. O mejor dicho quizá no pagué el precio que era necesario pagar. Uno sueña cosa tras cosa, meta tras meta, pensando que tiene la capacidad necesaria y el tiempo de sobra para lograrlas todas. Lo primero puede ser posible pero lo segundo no tanto. De tal manera que entre unos proyectos y otros en una vida desordenada se nos van los años y muchas cosas se quedan flotando en el "jamás" (iba a decir olvido pero sería un sustancial error; nadie olvida en realidad lo que nunca pudo lograr). Ese jamás a veces se asoma en tardes nostálgicas como las de los últimos días y nos duelen un poco en el alma, haciéndonos recordar, extrañar... "disfrutar cuando ya se ha ido".
Pero la vida es generosa y aunque ya no ofrece la mismas oportunidades que en aquellas veces en que las dejamos pasar, sí ofrece alternativas.
Tal vez sea sólo el recuerdo bello del amanecer de un domingo de diciembre, en una escuela enorme, al lado de un montón de extraños de todas las edades que comparten un sueño, mirar aquellos kanjis (caracteres orientales), plasmados por todas partes en las ventanas, en las puertas, en las hojas del examen, y, si tuviste a alguien especial que te acompañara aunque fuera a las puertas del lugar, disfrutar de poder compartir esa experiencia.
Si. Aunque el sueño de Japón hoy parezca mas lejano que hace cinco años. He decidido que este año, intentaré, con los medios y circunstancias disponibles, regresar en diciembre al Distrito Federal y presentar el Noryouku Shiken. nada me haría mas feliz, Y después, después recorrer aunque sea solo por una tarde más las calles de la gran capital. Esa ciudad inmensa que formó parte de mis sueños mas intensos y mi 'yo' mas intrínseco
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