Tengo un amigo (¿o debiera decir tenía?) con el que perdí contacto hace algún tiempo. Con él, los tiempos de la adolescencia y la juventud temprana tuvieron un buen sabor.En algún lugar oí (o leí) que la risa es la forma mas pura de felicidad, y yo reí bastante con él. Casi incluso hasta la asfixia en muchas ocasiones.
Hubo dos posibles causas desde mi punto de vista que pudieron haberlo distanciado de mi, o mejor dicho, que lo hicieron decidirse por distanciarse de mi.
La primera de ellas es tan absurda que me cuesta trabajo creer que haya siquiera influenciado en apenas algo para tal decisión. Ella es que la última vez que recibí su visita hubo un momento en el que me negué a aceptar jugar una partida de videojuego con él a pesar de su insistencia. No hubiera yo jamás sospechado que esto hubiera calado tanto de no ser por sus posteriores comentarios a cerca de que "ya no era yo el mismo" o que "no lo pelé en toda la tarde" entre otros similares.
La segunda (ciertamente mas loable, apenas poco) se derivó de un error de comunicación alrededor de una situación personal con una de sus exnovias. Al parecer, el cree que yo fui culpable de dar a conocer su nueva relación a la primera, cuando en realidad ella lo supo de otra fuente y yo sólo no pude negarlo cuando ella buscó confirmación conmigo. Lo demás está de sobra mencionarlo. Sabrá qué tantas cosas se dijeron a la distancia uno y otro tras bambalinas y si en alguna de ellas abonaron a mi boca palabras que nunca pronuncié.Poco importa ya. A raíz de eso, él decidió irse. Si tan sólo me hubiera pedido el favor antes de no decir o guardar tal secreto en vez de escapar así....
Lo cierto es que ahora ya no está, y aunque el tiempo y la experiencia me han dejado saber que no tendré en la vida otra vez un amigo como ese, con sus características y su carisma, se también que no cargo culpa alguna en mi actuar. Quizá cometí algún error, pero entre culpa y error hay una diferencia conceptual muy contundente.
Independientemente de todo ello, donde quiera que ande mi amigo le deseo lo mejor. Siempre fue impulsivo y extrañamente contrario a eso inteligente, loco, carismático, audaz e ingenioso aunque un poco irresponsable. Donde quiera que vaya yo, el recuerdo de lo mejor y lo peor de él me acompañara en el alma hasta la muerte.
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