miércoles, noviembre 09, 2005

La mancha invisible

(Hiroshima en problemas)


Justo cuando cae detrás de la cortina gris de niebla matutina se extravía y se vuelve un espíritu flotante.
Hiroshima está en problemas. Cree venir su muerte. A pesar de que mucho tiempo ha pasado ya de las últimas tragedias y se erige otra vez a un ritmo lento y pacífico, nada está bien. Ya no tiene el mismo "esplendor" que tímidamente intentó mostrar en las semanas posteriores a sus dolores.


¿Debo dejar todo esto ahora?. Parece ser que me niego a que sea así. Sin embargo, esta inactividad y falta de ideas, esta tierra erosionada carente de vida es igual a estar muerto. Tal vez es que todo el veneno no termina de fluir hacia fuera de mi cuerpo. Nunca o muy pocas veces quise sacarlo a través de los ríos de Hiroshima, por temor a manchar de sangre transparente este diario - bitácora - lo que sea.
Me parecía patético que aun en estos espacios predominara la seña inequívoca de mi incapacidad por desprenderme de unas viejas raíces roídas y deshidratadas. Ahora lo veo con incierta claridad; que de cualquier manera, patética es la condición actual de Hiroshima. Así que sin redundar mas ni hacer uso únicamente de simbolismos, he decidido agarrar el toro por los cuernos, vaciar mis cuencas sobre esta tierra seca que a falta de lluvias tiene que ser regada con las mismas lágrimas antes de volverse infértil.
Primero. Lo que mas me duele, y lo que hizo que toda esta integridad de hace unas semanas se viniera abajo tan de pronto, es la misma e implacable causa del principal mal que ha acaecido sobre la ciudad de mis emociones. Ruth no ha llamado, ni tampoco ha preguntado nada. Haciendo uso de los restos de esta voluntad disminuida por el paso del tiempo, la estrechez económica, la inseguridad y otros malestares de quién vive solo, me amarré allí.... como dijo algun amigo, y esperé a que ella se percatara del problema. "Si hay algún modo de forzar las cosas, es esa. Tarde o temprano, ella notará algo diferente en ti, lo pensará, meditará y finalmente lo preguntará frente a frente al no tener respuesta para si misma."


-Dime. ¿qué ha pasado?.

Es entonces cuando podrás decir aquello que toda la vida has querido decir., pero que no puedes hacer por que tiene que ser preguntado. Las palabras ocultas que forman el mensaje que desde siempre has tenido para ella, y que ha sido incapaz de descubrir. Lo que con acciones has expresado todo este tiempo.
Pero, ¡oh sorpresa!. Parece que , después de todo, a ella no le ha preocupado tanto el cambio en mi interior. Seguro es que ya lo notó. Pero veo pasar los minutos , las horas, los días, las semanas. ¿Cómo es capaz de quedarse simplemente de brazos cruzados?. Tratando de no perder la calma me asalta el pensamiento el recordar como es que en el pasado todo ha sido siempre igual.

-¿Qué pasa?. Te he notado diferente desde que fuiste a tu retiro. ¿Pasa algo?. Cuéntame.

¿Debí acaso no preguntarlo nunca como esta haciendo ella ahora?. No...
Allí está, ha estado y estará siempre la brutal diferencia. Simple y sencillamente: a ella no le importa.

Es aquí cuando se moja la tierra.

Extraída esta premisa finalmente encuentro una base sólida para poder edificar una nueva torre. No obstante, el dolor no mengua, allí está. Angustia el modo en que veo reducirse dramáticamente los lapsos comprendidos entre un día melancólico de llanto sofocante y otro, al grado de tener la misma frecuencia que tenían al principio. Jamás pensé, ni imaginé si quiera, tiempo atrás, antes de volver a esta Ciudad, que un hombre, que un ser humano fuese capaz de derramar tanto llanto como lo he derramado a lo largo de todos estos meses. La nostalgia se apodera de mi. Recuerdo lo bonito que fueron todos esos momentos en que estábamos juntos. La forma en la que, sin hablar, podíamos caminar horas y horas a través de estas calles frías, grises y mojadas, sucias o secas. Las innumerables experiencias que año con año fuimos construyendo a pesar de esta distancia. Los besos, las caricias, las miradas. ¡Los paseos!. La pista de hielo, el parque Tezozomoc, el restauran Potzolcalli, los puestos de Chiconcuác, los mecánicos de Six Flags, las luces en el cielo nocturno de la celebración de Tultepec, los estantes de libro en el Palacio de Minería, la carne al pastor de la esquina próxima, los sueños cálidos en los camiones de Indios Verdes, las frías caminatas de noche por las islas en la Facultad, las cartas, la espera bajo el reloj electrónico del metro Juárez, la tortuga de peluche, el chaleco azul de doble vista, las compras en Lúmen, la arcadia blanca caída de su rodilla lastimada, las líneas que hablan de cómo van juntándose nuestras sombras, la rosa roja después del cine, la suavidad de sus pechos que solo toqué una vez, las mañanas de ejecicio en la pista frente el Gigante, el Césped y la biblioteca del Cenart y el día que estuve leyendo allí toda la tarde, la belleza artificial y negra de una tarde en Muzquiz, los mil besos bajo la luna llena, el llavero de elefante, el escape express desde el palmar solo para verla, el peso de su cuerpo entre mis brazos una tarde de verano, frente al columpio y el polvoriento suelo, la caja de regalo para mi hermana, la barda que obstruía nuestro caminar y que brincamos juntos, los días compartidos con Fito, con Vero, con Obed, el encuentro con Ana en el camión, el grito "siempre juntos" en mis oídos, la visita a su amiga Mary en una casa lejana y grande hacia Vallejo, la amabilidad con que me recibía su abuelita, los deseos frustrados por pisar alguna vez, aunque sea por una vez la habitación en que descansaba su cuerpo y la almohada en que se fraguaban sus sueños sobre el colchón, ¡la manera en l que yo la amaba y creía ser amado de la misma manera!

Escuchando nerviosamente a través del auricular, hace unos días me contaron mis viejos amigos en la ciudad del calor, que ya empiezan los preparativos de su graduación en el Tecnológico. Es verdad, me digo.. Hace un año, yo estaba trabajando mas de sesenta horas a la semana para poder regresar aquí, y ahora...

¡¡¡¿Cómo pudiste abandonarme de esa manera amor?!!!

Caí de rodillas en el suelo y mojándolo pronto con mis ojos permanecí humillado durante algunos minutos. Algo murió en mi ese momento.


Así camina Hiroshima hacia la meta del tiempo. Así tomada de la mano a sus habitantes moribundos se sumerge en el mes once, y ve venir, con los ojos vidriosos y derramando esperanzas líquidas, un invierno frío y azotador. La Navidad que regresa con las manos vacías hasta sí, y se lleva el año con ella pensando que quizá, y solo quizá: esta sea la última, por fin.

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