viernes, febrero 01, 2008

Tiempo detenido

___

fragmento 187, La Vida de Akanzu Yotto.

" Nada se escuchaba salvo el murmullo del silencio. Era increíble así como imposible, que la ciudad, repleta de norte a sur y de este a oeste por personas estuviera tan terriblemente muerta. ¿Dónde había quedado aquel mundo vivo y lleno de color del que su madre le hablara cuando niña entre sus piernas?. ¿Cuál era el encanto inolvidable de la juventud por el que se decía que los viejos lloraban de nostalgia en la penumbra de sus vidas?. Ella no lo veía por ninguna parte. ¿o era que ya para ella este encanto había pasado, algo tempranero quizá, y tan huidizo como una estrella fugaz?. De ser así, si la felicidad que había experimentado hasta ahora era toda la que habría de vivir, entonces se sentía completamente angustiada. Y mientras mas pensaba en esto y en el indetenible paso del tiempo y de su sufrimiento mas se abandonaba al vacío. ¿Qué había hecho mal?, ¿y como podría hacer para reparar lo que quiera que eso fuese?. De pronto, toda su verdad se desmoronaba como un castillo de arena al crepúsculo en la playa, toda aquella ideología en la que tantos años se había sustentado su vida quedaba anulada junto con la perseverancia y el orgullo de su ser. Sus sonrisas, sus creencias en el devenir de una vida llena de alegría y felicidad, al lado de mil rostros amigos, junto a un alguien que habría de ser su compañero de vida, su naturaleza de ser hecha a forma y semejanza divinas, y la calidez de un hogar imperecedero, al que todos los días por las noches podría volver para reposar sus sueños no eran mas que un engaño, una bazofia, como un cuento de hadas, construidos a partir de una falsa ilusión, como la que se crea en la cabeza del sediento que atraviesa un desierto o en la del náufrago a mitad del océano. Todo y nada; reducida a un cúmulo de cenizas bajo las extintas brazas de una hoguera de mentiras que ahora el aire comenzaba a esparcir. Solo, y solamente algo pequeñito y apenas reconocible permanecía aferrado al suelo bajo estas cenizas inertes de su yo, atorado entre los restos de su mente y de su corazón: el básico y celular anhelo humano de vivir..."

No hay comentarios.: