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Estoy seguro de que si ese día hubiéramos sabido los dos que aquellas horas eran las últimas que estaríamos juntos tras el uniforme azul habríamos podido esconder entre las piernnas el orgullo y abstenerse cada quién de pelearnos como lo hicimos.
Hoy, a casi....¿6 meses? de no volverte a ver luego de aquella especie de tregua, o reconciliación a medias me acuerdo mucho de ti y hasta me atrevo a decir que te extraño. Recuerdo el abrazo en la puerta de cristal y a Javier esperándote en el coche. Estoy seguro de que le contaste todo. Lo vi en su mirada, era mas que obvio. No me decepcionó, tal y como lo pensé. Sabía que el es un hombre centrado y sabe que por mucho que tu me provocaras llena de ira esa vez yo jamás levantaría una mano contra ti, ni contra ninguna mujer.
Y aunque fueron varias las veces que chocamos, también las fueron muchas las que coincidíamos. Hay recuerdos bonitos de nuestra amistad. Como la vez que volanteamos y platicábamos sobre Cecy cuando tuvo que irse, como cuando me contabas como era tu nueva vida y lo que fue en el pasado desde que lo conociste a él. Hay uno que me da en particular mucha gracia el recordarlo:
Volvíamos del curso. Nadia ardía en llamas esperándonos. Había llamado insistentemente a tu celular preguntando a que hora apareceríamos. Nos bajamos de la pesera en plena avenida y jalándome de la mano con brusquedad dijiste:
- Ay, déjala que espere! ven!, vamos a perder el tiempo un rato...
No te fijaste lo que hacías, y encontrando la primer tienda que tus ojos divisaron te metiste a aquel lugar llevándome contigo. Tardaste en reaccionar. Tu piel blanca como la luna se sonrosó por un momento y tus cabellos dorados como el oro parecieron perder su brillo. ¡Te habías metido a una Sex Shop!.
Saliste echa un rayo y gritaste con los ojos cerrados apretándolos como una pequeña niña:
-Noo, wákala!!!.
...hasta le fecha me acuerdo y no puedo menos que sonreír. Es la misma sonrisa que tienes en la fotografía en donde estamos junto al refrigerador de cocas. Una que mostraba la pureza de tus sentimientos y la alegría de tu suprema belleza, de la cual nunca te jactaste.
Se que hoy te va muy bien, y espero que en el corazón también todo lo ande. Por alguna razón, me he propuesto que un dia en un futuro no muy lejano, estaremos los tres, Javier , tú y yo frente a un televisor o incluso, porque no, en el mismísimo estadio olímpico universitario presenciando un partido de los Pumas una tarde de mucho aire para recordar viejos tiempos.
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