miércoles, octubre 12, 2011

Aceptar un destino.

-¡Aaah!, ¡¿con que eres tú?!
-Prometo terminar la prueba esta vez –dijo la muchacha sin el menor reparo de pena.
-Ah…¿en serio?. Y dime una cosa, niña. ¿Cómo estás tan segura de que te dejaré aplicar la prueba esta vez?.
-¿A no?. Creí que no habría problema.
-Oye!, te has marchado cuatro veces a mitad de tu examen de admisión para swordman, ¿cómo puedes ser tan irresponsable y creer que no hay ningún problema, Tsukino Ayako?
-Eh, jejeje –dijo la joven haciendo una mueca de gracia y rubor- bueno, yo pensé que se podía… -dijo rascándose la barbilla- pero está bien, está bien, si no quiere, puedo hacerme arquera, o acólita, como mi amiga Jery. Aunque… ahora que lo pienso, no sé si eso me convenga… Digo, es mi amiga y la estimo mucho pero no estoy segura de querer llevar la vida que lleva ella. Aunque tal vez en cuanto a…
-Bueno, bueno ya!. ¿No sabes ser respetuosa?. ¿A caso no te lo enseñaron tus padres?...
-Oiga, no se enoje, no es para tanto.
-¡Oh gloriosas Valkirias, denme paciencia, por favor!… bueno, en fin. Supongo que encajas perfecta con el perfil. Te dejaré hacerlo.
-¿Qué?, ¿el perfil?, ¿Cuál perfil?, ¿Qué es lo que me dejará “hacerlo”?
-¿Cómo que qué?. ¡Pues el examen de swordman!.
-¡Ay muchas gracias!, sabía que usted era un buen hombre. Lo supe desde que entré por esa puerta…
-Ya, guarda silencio, sígueme. Será tu última oportunidad, te lo advierto…


(Tres horas después…)


-Mhmhh… 249... bueno. Supongo que es un “Aceptable”.
-Jajaja! ¿ya ve?, le dije que lo tomara con calma. Sabía que…
-Antes de que digas una insensatez hazme un favor, ¿quieres?
-¿Mh?
-Lleva esto a la librería de Prontera. De todos modos tendrás que ir porque te voy a mandar un mensaje para Sir Siracuse, de la Corporacion Chivalry.
-¿Me va a mandar?, ¿emh… no puedo ir después?. Es que tenía planeado pasar a ver un amigo y si no llego …
-Tsukino Ayako! –interrumpió al límite de su paciencia el hombre grande y fuerte, Bonde- ¡Acabas de convertirte en swordman!. Los swordmans deben seguir los lineamientos de la Corporación Chivalry, ¿entiendes?. ¡Ahora tienes una responsabilidad!. Deberás prestar tus servicios de vez en cuando a la Corporación, Así que ve acostumbrándote. Allí está tu ropa.


La inquieta muchacha volteó y miró sobre la silla, donde le señalaba el hombre. Alguien había dejado allí un traje cuidadosamente doblado, de falda larga y hombreras ligeras. Lo acompañaban un par de guantes ligeros con las puntas descubiertas, un cinturón y un Stiletto que ella conocía muy bien, era el cuchillo que había usado para el examen de swordman.

-¿No se supone que me darán una espada?
-¿Bromeas?, ¿Cómo podría darte alguien una espada asi como así?. La espada debes conseguirla tu misma. Es un paso importante en la carrera de todo swordman el saber elegir. Ahora esfúmate de mi vista. No olvides el libro. POR FAVOR…no lo vayas a perder.

La muchacha echó un vistazo al libro. Era grande, grueso y parecía antiguo, muy antiguo. Sobre su pasta café estaba el dibujo de un pequeño brote. Ayako no supo si se trataba de una flor o una planta, pero le sorprendió ver que esa parte de la cubierta estaba en buen estado, a diferencia del resto del libro. Como si acabara de ser puesta allí. Abrió la cubierta. Luego de una hoja blanca estaba el título del libro.

-El libro de la Madre Tierra. ¿Qué es esto?. ¿Un libro para campesinos? –se preguntó.

Salió de Izlude unos minutos después.


-Mh… me queda muy grande. ¿Será así de larga la falda?. No creo poder moverme bien con esto. ¿Cómo cuánto costará una espada?
-Eso depende de si se trata de una espada neutra, o de una espada elemental. De su acero, su peso, su filo, su tiempo de vida y hasta de su historial…algunas de ellas traen toda una vida por detrás.

Ayako se detuvo en seco. Sin querer otra vez había estado pensando en voz alta, y el muchacho que estaba parado junto a ella la había escuchado. Lo miró un par de segundos. Era un joven delgado, un poco atlético, no muy alto, moreno, de mirada seria aunque no agresiva, mas bien tranquila y traía, al igual que ella, un uniforme de swordman. De pronto se quedaron allí los dos, contemplándose unos momentos, junto al letrero de la salida oeste de Izlude que conducía a través de un bosque abierto y claro hacia Prontera.


-No sabía eso –articuló al fin Ayako- ¿y tú quién eres?.
-Me llamo Ohan.

La mañana comenzaba. El sol brillaba alto en el cielo izludense. Un poring pasó saltando a unos metros de donde estaban ellos.

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