jueves, octubre 13, 2011

Por el camino.

-Me llamo Ohan
-Hola, soy Ayako. Tsukino Ayako.
-Ohan Yoto.
-¿También eres nuevo? –dijo Ayako regocijándose en su uniforme, se sentía orgullosa de ser una swordman. Sentía que en cierta forma, aquello le daba algo de posición.
-Llevo unos días.
-Ah jajaja!; yo llevo unos minutos apenas!.

El muchacho frunció el ceño. Le parecía haber escuchado aquel nombre antes, pero no lograba recordarlo. De pronto, de súbito lo logró. ¡Era la muchacha que no había aparecido el día de la prueba, la que dijeron en la Guild de Izlude que ya había ido a la prueba varias veces y nunca la terminaba!. Estuvo a punto de mencionarlo, pero decidió que no era prudente.


-Voy hacia Prontera. ¿Y tú?
-Ah! Yo también, el señor enojón me mandó a la librería a devolver esto y a comprar una espada. Bueno, esa la voy a comprar por mi cuenta. La necesito ahora que soy una swordman, pero…no tengo nada de zeny… ¿cuánto crees que me den por esto? –dijo mostrándole el cuchillo al muchacho que lo examinó con cudiado- creo que ya no lo necesitaré.

-Un Stiletto.
-Si.
-Mmh… si tuvieras un permiso de mercader podrías venderlo hasta en unos 50 mil, si estuviera en buen estado. Pero sin el permiso solo te lo comprara un tratador de mercancías o un tratante de armas. Ellos los venden comúnmente en unos 20 mil, pero los compran a la mitad, para que puedan sacarles ganancia. Ese es su negocio.
-O sea…¿unos 10 mil?.
-Mas o menos.
-No se cuánto cuesten las espadas pero siento que con eso no me va a alcanzar.
-Para una katana básica sí te alcanza. Sin refinar, en bruto. Y hasta te sobra. Este es un buen cuchillo. Si un novato no posee una katana no es porque sea muy cara, sino porque no cualquiera tiene el permiso de portar una. Los swordmans tenemos autorización de comprarlas.
-¡Ah!, ¡Que bien que bien!, me alegraste el día con esa noticia, jaja!.

El poring pasó de regreso, de pronto se hizo el silencio entre los jóvenes.

-Bueno, ¿Qué te parece si nos vamos juntos, ya que ambos vamos hacia Prontera?, la caminata es un poco larga, ¿no?
-Unos cinco kilómetros hasta los campos de la zona sur. Está bien, vayamos..

Prontera, los territorios oficiales de Prontera se extendían a decir verdad, mucho mas allá de sus murallas protectoras. Abarcaba varios miles de hectáreas mas allá de la ciudadela y se conectaba al este con Izlude, via un estrecho puente de concreto. Por lo regular, los días en Prontera y sus alrededores solían ser soleados. Su situación geográfica le protegía de los vientos que arrastraran consigo muchas nubes que pudiesen traer lluvias, aunque no por eso era una ciudad seca. Dos afluentes suministraban el agua necesaria, uno al norte, que se ramificaba en varios riachuelos, y uno aun mas pequeño al oeste. El sistema de acueductos había sido diseñado para aprovechar muy bien la infinidad de ríos subetrráneos que corrían unos metros abajos como raíces líquidas por debajo de los territorios adyacentes. En complemento, unos cuantos cuerpos de agua salpicaban la zona circundante. Solamente se empezaba a tornar desértica muy hacia el sur, kilómetros y kilómetros al sur, cuando las dunas y tormentas de arena se internaban en los amarillos y ásperos territorios de Morroc.

-¿Y…se puede saber a qué vas tú a Prontera? –preguntó Ayako mientras los dos muchachos avanzaban por el valle salpicado de árboles de un verde sólido y discretamente frondoso.
-Al igual que tú, Quiero una espada.
-¿No es esa una?
-Si pero, esta muy deteriorada. A decir verdad, no creo que me sirva para mi propósito, aunque, también voy por otro asunto.
-Uuuh, que misterioso.
-Pues mas bien es un asunto público. Escuché que habrá un evento en la Plaza Principal, y que después de eso algunos kights y cruzados retirados donarán armas de segunda mano para los novatos como yo.
-¿En serio?? –preguntó sorprendida Ayako- oye que buena oportunidad!, me dan ganas de ir también.
-Es hoy, me parece que alrededor de las 18:00 horas(*)
-Creo que llegaremos mucho antes de eso. Nos sobrará tiempo. ¿Por qué no me acompañas a la Biblioteca de Prontera a devolver esto mientras llega la hora?. No le vaya a pasar algo y luego se enoje el “ese”.

Los dos novatos se internaron poco a poco en los territorios pronterianos, platicando y andando. AL cabo de unos cuarenta y cinco minutos, se hallaban ya cerca del último valle que conducía hasta la puerta sur. Para esas horas Jery y Alma se hallaban en plena batalla con los quehaceres de la biblioteca. Tenían muchos usuarios pidiendo libros sobre armas, escudos, armaduras y equipo. Al parecer, la noticia del Evento de donación de armas se había extendido entre los numerosos novatos que en este inicio de año había superado las expectativas y todos querían saber que clase de armas convendrían mas poder conseguir.


-No lo puedo creer- suspiró Jery secándose el sudor mientras transportaba unos libros hasta la mesa 4- no se que hubiera hecho si no estuvieras aquí, Alma.

Alma sonrió, igualmente sobrecargada, Era su cuarto día ya de estancia en Prontera. Por dentro, la calcomían los nervios. Ya debería ir mas allá de la mitad del viaje de regreso a casa, hasta su natal Hugel, pero no podía negar que esos cuatro días habían sido para ella simple y sencillamente gloriosos. Para ella, esos cuatro días eran una probada de lo que su imaginaria vida en Prontera pudiera ser si tan solo…¿Realmente podría un amigo de Jery llevarla de vuelta a casa en menos de tres lunas?. Por dentro, Alma empezaba a sentir que tendría problemas al volver a casa.

Mientras tanto, Ohan y Ayako llegaron al último recodo del bosque antes de llegar a la puerta sur.

-Jajaja! Si, eso le dije! –dijo Ayako ríendo a carcajadas, le contaba algo a Ohan, quién, de súbito, se detuvo. Un mal presentimiento lo invadió
-¿Qué sucede? –preguntó Ayako
-Corre!!!
-Ahhhh!

Su infranqueable curiosidad casi se convierte en terror cuando, jalada por Ohan quién buscaba internarlos a ambos en el bosque, Ayako alcanzó a echar un vistazo sobre sus espaldas. Un ser grotesco, negro, grande y musculoso les perseguía, parecía tener una especie de máscara blanca que le daba una expresión entre espeluznante y bizarra. Chocaron con algo, o mejor dicho, con alguien, y cayeron al suelo.

-¡Escóndanse ahora!

Un hombre con unas túnicas rojas y deslumbrantes apreció frente a ellos. Era un exorcista. Un halo de luz lo rodeaba por completo. Había salido de la nada, y enfrentó al abominable ser.
-¡Corran por el bosque en esa dirección. La muralla no está muy lejos, rodeen la ciudadela, y entren por la puerta este! Este acceso es inseguro.

Ni tardos ni perezosos, Ohan y Ayako corrieron al máximo de lo que daban sus piernas en la dirección exacta en que el exorcista les había dicho. Ni siquiera protestaron ni vieron ya lo que sucedió con el exorcista aquel. Sus corazones rugían de temor y parecían salírseles de sus pechos. Para cuando alcanzaron la puerta este y pudieron internarse en la ciudadela, se desplomaron al lado de una jardínera recuperando el aire, casi casi desauciados.


-Estuvo cerca –murmuró entrecortado por el cansancio Ohan- eso estuvo cerca…
-Si…

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