Hace un año que di vida a Hiroshima, bajo esta forma. Se escuchará trillado pero, ¡Cómo vuela el tiempo!.
Hace un año, justo cuando nos encontrábamos donde mismo pero una vuelta atrás del sol, vivía la peor crisis emocional de mi vida. La casa, esa casa que no era mi casa en dónde pasaba completamente solo la mitad del día, era una jaula en donde me ocultaba para derramar mis lágrimas. Recuerdo que la vida era insoportable. El reciente golpe dado por mi pequeña niña a mi corazón se conjugaba junto con mi estrechez económica de un modo tal que perdí la dimensión del tiempo y del espacio.
Hoy, al beber en la mañana un vaso de leche se me ha derramado de la boca, y he rememorado como eso me ocurría mucho por aquellos tiempos. La desesperación al comer, al beber, el frío en la ducha a pesar del agua hirviendo, los sueños extraños en torno a Akanzu Yotto. El trauma estaba en mi manifestándose con constantes descuidos, temblores, a todas horas.
Sin duda alguna no puedo decir que no ha habido momentos de felicidad en estos largos meses. Pero solo eso han sido. Momentos. Creo que voy de gane. Toqué fondo y ahora solo puedo escalar. No hay mas abismo. No por el momento. El hoyo lo voy tapando detrás de mi.
Pero estaba hablando sobre lo que ocurría exactamente hace un año. Este sol luminoso que ahora cae sobre la parte lateral de mi rostro es el mismo que me vio llegar hasta la entrada de aquel cybercafé en donde por primera vez posteé en Hiroshima. El Valle de Kaanavia, fue mi inspiración..
El nombre de Urara, de la novela de Yoshimoto apareció en mi primer post:
“...me despedí de Urara, tomándomelo medio a broma y, a la vez, sintiendo ilusión por ese algo que quizá viera en el rio...”
La verdad, no se que hubiera hecho sin mis clases de japonés. El trabajo era otro, muy distinto al que es hoy. Era mas sencillo, y me ayudaba a distraerme, a dejar de pensar en ella, aunque de cuando en cuando mi corazón explotaba y mis ojos comenzaban a dejar fluir las lágrimas que corrían a la parte trasera de la tienda a esconderse de la vista de los demás.
¡Cuánta ira generada en mi interior salió dolorosamente de mi cuerpo mediante un aislamiento introspectivo de mi mismo!. Libros, ejercicio, diarios, caminatas, la música, siestas a media tarde...
Parezco estar un poco recuperado en comparación con ese año. He pintado Hiroshima de colores, y aun cuando no he podido evitar que se torne gris como me lo propuse a principios de año, ya no es el mismo tormento que era en el 2005. Y así, viviendo como Zaratustra lo hacía en su cueva alejado de los hombres, pero criticándole todo, me conocí a mi mismo, y me di cuenta de lo pequeño que soy en este mundo y sin embargo, calibré el valor tan grande que tengo como ser humano, como hombre.
La vida ha murmurado a mis oídos que no me arrepienta por ello, que lo único que se me ha otorgado, es la posibilidad de saber una verdad superior, tal y como se lo pedía Dios alguna noche de Abril en tierras provincianas, y ella es: que nada lo es todo si no lo es nada primero. Se llega al agua mediante el fuego, alcanza el árbol el cielo tras hundirse en la tierra, se llega al cielo después de ir a dar al infierno...
Yo apenas estoy abandonando mi infierno. Aun no se lo que es el cielo. Y quizá nunca lo sabré. También eso me ha enseñado la vida. Nunca cierres tu mente a ninguna posibilidad, mucho menos a aquella que no consideras para ti.
Para este 2006, mis metas han cambiado radicalmente. Y constantemente las estoy reconsiderando. Algunas de ellas jamás las hubiera imaginado. Aun cuando se que no puedo aspirar a llamarme erudito, estudioso o intelectual, el camino de las letras y la vida de estudiante me seduce así como te seduce una mujer hermosa. Mujeres!, cierto!. Otra de mis metas es conocer una compañera de vida. No de vida tal cual, sino de vida cotidiana. Me refiero ala vida que se vive a diario, no alguien que permanezca siempre a mi lado, pues me he dado que cuando se busca eso a como dé lugar se actúa con egoísmo, sino una compañera mas bien de actividades, que comparta las tardes a mi lado unida a mi por un objetivo común. Por ejemplo una lectora moderada como yo con quien comparta impresiones sobre algún título en específico, alguna deportista que guste de cultivar su espíritu mediante un paseo en bicicleta, una sesión de alberca, o una carrera a lo largo del boulevard, una aficionada a mis gustos, una compañera de universidad, o una estudiante de japonés... Ya no quiero lo que todos quieren, solo quiero alguien que me acompañe. Aunque se que es muy probable que la mejor forma de llegar a ella es dejando que la vida nos encuentre. Cada día, eso suena con mas fuerza en mi mente, como si el viento me lo recordara cada vez que lo pienso.
Ayer, Gema en su blog de Tactics me hizo recordar algo cuando dijo: “¿por qué retratar lo que está alli?”. La naturaleza, el mundo. Eso que Dios nos ha dado gratis, ¿por qué intentar copiarlo, si está alli?. A veces me siento en algún lugar y contemplo el mundo. Me asombro. El pinzón vuela pequeño y rápido a cien metros arriba de mi cabeza. Si observas el fondo, verás como se mueven las nubes como algodón líquido y espeso que se extiende sobre el firmamento, mientras el insecto entre el césped de un jardín devora una hojita verde por ambos lados. Cierras tus ojos, y se puede disfrutar, como dijo La Rosa de Pétalos de Navaja, el ladrido de un perro a lo lejos, traído hasta ti por el soplido de Ehécatl. Siéntate en la banca, abandónate a tus latidos.
Paz, eso se puede decir que estoy hecho hoy. En eso me he convertido. Mi lado sombrío y melancólico siempre me acompañará, eso también lo sé. Dramático nací y dramático moriré. Tras el Soundtrack de Remembranzas de Battousai, las notas de Kotowari parecen resaltar las sombras de mi enigmática vida.
Primer aniversario de Mi Hiroshima
No hay comentarios.:
Publicar un comentario