La sala de espera estaba llena. Más de lo normal. El hombre grande y fuerte los miraba de cuando en cuando y se percataba de que muchos de ellos simulaban estar tranquilos, pues aunque sus jóvenes rostros aparentaban calma, los dedos, las manos, a veces los pies y una que otra mirada fugaz hacia donde él estaba sugería que en realidad, fingían paciencia. Otros dos jóvenes entraron por la puerta principal. Era un atardecer tranquilo en Izlude.
-¡Hey! , ya empiézalos a pasar. Dame cinco.
Entonces, el hombre grande y fuerte se volteó hacia la pequeña multitud y puso las manos sobre el recibidor de madera.
-¡Aspirantes!, ha llegado la hora. Su momento está cerca. Váyanse preparando. Empezaremos a llamarlos en grupos de cinco.
Se oyeron algunos murmullos y unas sonrisas perspicaces se dibujaron en rostros varios. Un joven callado, silencioso y de mirada profunda se movió hasta un rincón y se sentó allí, sobre el suelo, a la espera.
-¡Zhalim, Jahad! –gritó el hombre fuerte. Al instante un muchacho dio un paso al frente y se puso frente al voceador- pase de este lado.
Continuó la lista:
-¡Jung, Karl! –pasó uno más.
-¡Ikari, Matsuo!
El orgulloso joven pasó al frente, y por un momento, acaparó todas las miradas. Había algo distinto en él. En su andar, en su porte, en la fineza de sus movimientos. Era como si, en realidad, no se tratara de un aspirante, sino de un Sowrdman ya hecho. Su mirada era seria y determinada. La katana atada a su cinto, dejaba escapar un murmullo metálico, como si estuviera presta a ser desenfundada en cualquier instante con una destreza sumamente educada.
Durante unos segundos, se hizo silencio en la sala hasta que finalmente el joven espadachín estuvo del otro lado junto con los dos aspirantes que ya habían mencionado. El hombre grande y fuerte se percató de la expectación que había causado y quiso romper el silencio.
-¡Tsukino, Ayako!
Nadie salió.
-¡Tsukino Ayako! –repitió con mas fuerza y seriedad.
-¿Otra vez no está presente? –se oyó una voz del interior que apareció junto al hombre grande y fuerte.
-¿Ya había venido?.
-Sí. Ya ha venido. Varias veces. No ha pasado la prueba, no porque no parezca tener la fuerza, sino porque nunca la ha terminado. Siempre sale con algo y desaparece asegurando tener que irse y volver luego. ¡Esa chica es un desastre!.
-¡Qué irresponsabilidad!. ¿Cómo es que no la han quitado de la lista?
-Ya sabes… órdenes de Chivalry, el de ser mas flexibles en la admisión de espadachines mujeres.
- En fin, tendré que ponerla de nuevo en lista de espera. Tomaré otro.
El hombre grande y fuerte mencionó un nombre más y terminó el primer grupo de cinca a la voz de:
-¡Yoto, Ohan!. –era el muchacho solitario que se había sentado en el rincón.
Luego, cerró la lista con violencia y se dirigió a los aspirantes.
-Por acá, vengan. Los llevaré a la siguiente sala.
1 comentario:
Buena, muy buena, me senti de nuevo en la sala de espera de los aspirantes a swordman... XD
Lastima que no te haya encontrado hoy, surgio algo derepente y me tuve que ir, pero luego vengo XD
Gracias ^^
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