martes, enero 24, 2006

La Rosa Negra

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" No se donde te encuentres ahora pero quiero decirte gracias por tan bello detalle, original por la hora, el lugar, increíble e inesperado como tú. Gracias... "






Lunes 17 de enero, 2006

Vine hasta Plaza Aragón buscando un poco de diversión y desahogo. El trabajo es hoy mas estresante que nunca. Si no hago cosas como estas, simple y sencillamente reviento.

Allí he entrado a ver un rodaje, Septiembre Negro, el documental de Lars, un periodista que habiendo perdido a su esposa y amigos mas cercanos lo vende todo para hacer un viaje de investigación a Irak que ayude a la captura de Osama Bin Laden.

Mas allá de la cuestionable autenticidad de estas cintas (si no lo son, las hicieron parecer muy reales), está un relato frío y cruel que muesttra el rostro desencajado del mundo al otro lado del mar. Salí tiritando a pesar de que apenas estaba fresco. No por un frío ambiental, sino por un frío interno que dos horas de incesante tensión en los desiertos del medio oriente te arrancan desde tus adentros. Disparos, explosiones, asaltos, aviones, bombardeos, espías, traficantes de armas, entrevistas, cazarecompensas, grabaciones... uno sale del cine y choca con su realidad totalmente distinta. Ante eso, uno se siente confundido, y le parece que las calles son un lugar mucho mas inseguro de lo que parecen.

Necesité de varios minutos para recobrar una cierta calma. De camino al metro se cruza por mi mirada un puesto de adornos singulares y mi vista se va a posar en las flores de acrilíco de vivos colores que vende un sujeto alto de tipo rasta. Casi como un deja-vu, La Rosa Negra me petrifica ante su soberbia, pero muerta y artificial belleza. El símbolo renace desde lo mas profundo de mi memoria. ¿Hace cuanto fue que pasé por aqui perdiendo el tiempo mientras ella salía de sus clases de inglés y compré una rosa similar, mas bien dicho idéntica?. Recuerdo que ya desde entonces las cosas comenzaban a tornarse sombrías. Tal y como la Rosa misma lo transmitía. Dijiste:

"Es genial. Esta perfecta, acorde a lo que pasó...como que lo describe."


Tenías razón. Era perfecta. Esa Rosa Negra... artificial.... sin vida, y sin embargo tan irradiante de belleza y elegancia. Evidencia visual de vestigios de un pasado glorioso que se sume ahora en los recuerdos de su magnificiente imagen.

Pronto el río de gente me llevó hasta los andenes de la estación Plaza Aragón de la linea bicolor, abordé el tren y me dispuse a regresar a casa, el día terminaba. Sentado en el suelo recargado en las puertas que no se abren me puse a contemplarle con lúgubre melancolía. Un cuentacuentos hace su aprición en el otro extremo del vagón, trae consigo unos instrumentos parecidos a unas maracas y un tubito hueco de bambú o algo por el estilo pintado en acuarelas color jade simulando una especie de quetzal serpiente.

El relato comienza con un chocar del tubito y un agitar de la maraca. Se trata de la leyenda sobre el nacimiento del Gran Huitzilopochtli, Dios de la guerra, y el modo en que fue concebido por Coatlique, la de falda de serpientes, y cómo los cuatrocientos hermanos celosos intentaron asesinarle todavía en el vientre de su madre.


Un recuedo lejano, una cinta estremecedora, un frío proveniente del alma, un falso deja-vu, una leyenda y una noche que se cieren sobre mi. No se qué diablos experimenté en esos momentos. Si me lo preguntaran contestaría que un sentimiento raro y sublime, una especie de sensación profética que murmuraba al viento que circula en mi inconsciente que mi destino es uno: trágico, místico, con herarquía de arte. Sentí entonces el amor "¿muerto?" revivir por unos instantes en mi interior debido a mis ancestrales creencias de que siempre te amaré por sobre todas las cosas, logrando así un suceso que poco se ve ya en estos días y pasando a la historia oculta a costo de que nunca se me permitirá alcanzar dicha gloria de tenerte una vez mas entre mis brazos...

Tal sentimiento no desapereció sino hasta que em quedé dormido en la combi y llegé a casa.

Y parece ser que jamás tampoco sabrás esto, como tantas cosas.

¿Para que hablo como si me estuvieras leyendo?.

Lo cierto es que hoy todo el día abarcas mi pensamiento. He dejado esta Rosa Negra, que terminé comprando, junto con una carta en blanco en la puerta de tu casa, para que la vieras esta madruggada cuando sales al trabajo. Cumpliste años, y respondiendo al regalo que me veniste a hacer en el mío, dos semanas atrás, quize darte uno que expresara mi sentir y lo que ha sido de mi vida sin ti. Uno simbólico, que tuviera múltiples significados, tantos, que pudiera inundar Hiroshima con pliegos hablando sobre ello, pero al cual, sin importar cual sea el incalculable número de tales significados, seas Tú, la que le de, el que mejor se acomode a los latires de tu corazón...

Asi pues creo, que sin habrte visto, contado o escrito absolutamente nada, te lo he dicho todo...

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