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En Coatépetl, cerca de Tula, vivía la Señora Coatlicue, “La de Faldas de serpientes”. Un día, mientras estaba barriendo el monte, encontró flotando un copo de plumas. A Coatlicue le gustó y de inmediato lo guardó bajo su seno, pero, al terminar de barrer quiso buscarlo y ya había desaparecido. Poco después se dio cuenta que es estaba preñada y decidió contar a sus hijas lo del embarazo.
Coyolxauhqui, “La que porta sus cascabeles”, Señora de la Luna y del Maíz se puso celosa y se negaba a aceptar que su madre diera a luz. Entonces se reunió con sus demás hermanos, “los cuatrocientos surianos”, Centzonhuitzanahuac, guerreros de la noche y las estrellas, y planearon dar muerte a Coatlicue, pues ni ella sabía que el copos de plumas que se gestaba en su vientre, se convertiría al nacer en Huitzilopochtli, “Colibrí zurdo”, el guerrero mas poderoso e invencible que jamás existió.
Coatlicue se enteró del plan de sus hijos, atemorizándose y llorando amargamente. De pronto, escuchó la voz del hijo todavía en sus entrañas decirle: “no temas, madre, yo se lo que tengo que hacer...”. Coatlicue se tranquilizó, y se quedó dormida...
Los Centzonhuitzanahuac se preparaban para la guerra, trenzaron sus cabelleras, y mientras lo hacían uno de ellos, Cuahuitliac, “el que está junto al sol”, les observa e informa a Huitzilopochtli la ruta que seguirán hasta Coatépetl para darle muerte, y éste responde: “continúa vigilando, yo sabré qué hacer”. Los cuatrocientos surianos pintaron sus rostros, pusieron coyoli en sus pies, manos, y se armaron todos. Coyolxauhqui también se adornó las mejillas y tobillos con cascabeles de oro, que sonaban a su paso orgullosamente, y el brillo de sus adornos se reflejaba por todas partes a donde ellos iban.
Cuahuitliac se adelanta veloz a la sierra y avisa: “Ya vienen por ti, hemano!”, y entonces, Huitzilopochtli nace, coloca en su cabeza el Quetzalcopilli, “penacho de plumas preciosas”, pintó su cuerpo de azul, puso en piernas y brazos cacabeles, plumas y sonajas. En su frente una señal roja que simboliza la sangre, rodeando sus ojos de color negro y formando un antifaz con rayas rojas y azules, tomó su lanza de serpiente y su bandera de plumas de águila. El servidor Tochancalqui encendió la serpiente de fuego Xiuhcoatl, con esa serpiente hirió a Coyolxauhqui, quién cayó fragmentada en varios pedazos sobre la tierra seca, y los cuatrocientos hermanos quisieron esconderse, pero Huitzilopochtli los hizo correr a todos, orillándoles a huir y habitar un lugar llamado Huitztlampa, que significa, “entre espinas, al sur...”
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Basado en los libros “El Pueblo del Sol”,
de Alfonso Caso, Fondo de Cultura Económica,
SEP. “Mitología mexicana para niños”,
“Mitos y leyendas de los Aztecas”, Editores Mexicanos Unidos.
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