martes, marzo 21, 2006
Hiel
Anoche me sentía relajado. Anoche parecía estar salvando el día entre el viento fresco vespertino cuando pasaste a mi lado. Entonces, el “hola” que me diste me pareció tan frío y sarcástico, que atravesó mi corazón.
Te seguiste de largo, como si fuera alguien mas. Un simple rostro conocido a quién se topa en la oscuridad de la noche que empieza a caer.
Ibas con tu hermana, e iban al cine, al igual que yo, pero a funciones distintas. Si fueras la de antes, te hubieras detenido y me hubieras saludado con un pequeño abrazo y un beso en la mejilla. Hubiéramos subido juntos las escaleras eléctricas, y hubiéramos también dado una vuelta juntos a la plaza antes de entrar cada quien a sus funciones, si no es que hasta termináramos entrando a la misma. Pero como ya no eres la misma de antes, simplemente dijiste “hola”, con una sonrisa breve y un poco burlona, y seguiste de largo, sin voltear a verme para nada y te perdiste entre la muchedumbre del segundo piso.
Hiel. Oh!, amarga hiel. Te colaste en mis labios desde aquel momento. Es inútil esconder que esa ira y esa tristeza se mezclaron en mi interior como una sopa demasiado indigesta. Durante la función, sinceramente me olvidé de todo. Casi hasta se borra de mi mente ese mísero encuentro. Pero al salir, el camino de regreso a casa fue fatal.
¿Por qué ya ni siquiera te importo como el amigo, como el compañero de vida que querías que fuera para ti, mas allá de lo que yo quería?. En la facultad te recuerdo decir: “...pasan los años y seguimos juntos. Seguramente llegaremos a viejos y seguiremos viéndonos, yendo juntos a muchos lugares...y eso suena maravilloso Alemán!”.
Hoy, pareciera que me odias. Aun cuando fui yo quién trató de hacer todo eso realidad.
Es una pena que las cosas hayan sucedido así. Es una pena que en todo este tiempo que te necesité no hayas estado allí ni siquiera un a vez. Recuerdo que antes, con el simple hecho de saber que yo estaba aquí en México, queríamos estar cerca. Hoy en lo que va del año viviendo a 10 minutos de tu casa en transporte, si te paraste siquiera cinco veces en mi casa ya es ganancia. Perdóname, niña, pero hasta los amigos hace mas que eso...
En fin, que nada puedo hacer para cambiarlo. Todavía hace poco cuando necesité tu ayuda te sentí un tanto sincera, pero de allí en fuera creo que has cambiado demasiado, al menos para conmigo. No se que diablos te esta enseñando la vida pero sin lugar a dudas es algo muy distinto a lo que me está enseñando a mi. ¿Sabes que pronto he de mudar de aires?. No....como vas a saberlo, si solo has sabido mantenerte lejos de mi. Pienso que para la próxima semana te vaya ver, solo para saldar aquella deuda que tengo contigo y hacerte saber lo que pienso, y entonces me despida de ti hasta que la vida, si así lo quiere, vuelva a encontrarnos por casualidad un día en la calle como sucedió anoche en el cine, o no, aunque por supuesto, para ti eso en comparación conmigo importe relativamente mucho, mucho, mucho menos...
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