lunes, marzo 27, 2006

Siguen las lluvias Akanzu Yotto

(fragmento: Wendella. La Vida de Akanzu Yotto. Capitulo X, no clasificado: Las alas de un ángel caído)

"...y cuando cayó aquel poderoso rayo me quedé petrificada. La lluvia había empeorado. Desde afuera, el olor de la tierra mojada se mezcló con el aroma de mujer de Akanzu Yotto. Mi corazón latió muy rápido.

¿Como explicarlo, sin que se me erize la piel?. La pequeña casa de madera en la punta del cerro se vio envuelta por la furia del cielo. El Señor y la Señora Yotto habrían quedado seguramente atrapados en el pueblo, sin poder volver a casa parcialmente.

Las velas que habíamos encendido por si fallaba la electricidad habían cumplido con su misión. Ahora la sombra de Akanzu danzaba en la pared al compás de la flama agitada por el viento frío que se colaba por la pequeña ventana que aun no habíamos cerrado.

Me miró de una forma extraña. Tal, que presentí con ese sexto sentido nuestro que algo había comenzado a fraguarse en la montaña, algo impensable, y de carácter irreversible. Intenté respirar, halando el aire hasta mis pulmones como si quisiera inflarlos hasta reventarlos, pero no lo logré. Mi respiración permaneció lenta y regular, y cuando quise dar la media vuelta y estirar elbrazo para cerrarla ventana por la que se colaba la ventisca, mi ser dio dos pasos al frente y chocó con la base de la cama.

Entonces el viento parecío cantar soledad al recinto.

Todavía en un intento desesperado por recobrar el control de mis propios movimientos pensé en dejarme caer sobre el colchón argumentando una falsa fatiga, pero lo mas que pudo salir de aquel efímero susurro fueron las letras pausadas que componen su nombre en un tono débil y casi inaudible.

-A-kan-zu...

Para entonces la luz del día estaba por extinguirse. El pálido brillo que se filtraba entre los cartones roidos en los cristales murió lentamente, y con ella mi razón, porque cuando la chica empequeñeció sus ojos para dibujar en su rostro esa expresión de ternura, mis rodillas perdieron el sostén de todo mi cuerpo y se doblaron hacia atrás.

Caí...caí y mientras caía, se me figuró hacerlo en cámara lenta. Atravesaron por mi mente entonces sin haberlo siquiera sospechado todos los momentos vanos que había vivido al otro lado del océano. Imágenes vívidas e intercaladas desfilaron por mi mente fotográficamente como en un rodaje antiguo a cuadros. Todas esas horas que había estado simplemente por estar...todos esos días en que caminaba por las calles y por el mundo creyendo ser alguien aburrida en una vida aburrida, la cual me empecinaba por enaltecer con la bandera de intelectual, decidida, incomprendida y desorientada.

Si, ahora sé que eso había sido en la vida hasta ese instante: una mujer extraviada.

El aliento se escapó de mi boca cuando, derrumbada al pie de la cama Akanzu se agachó sobre mi para querer levantarme. Por un momento, pensé que me desmayaba y que toda esa sensación de hace un momento se debía a mis desvaríos, que un par de horas después despertaría sobre el sofá de la sala o sobre algun otro lado con una compresa de agua fría en la frente mientras Akanzu preparaba la cena o sellaba los agujeros de la cabaña para que no se metiera el agua.

Pero no fue así. Vi venir sus manos hasta mis mejillas murmurando algo que no entendí muy bien, y cuando sus palmas rosaron mi piel, volvió a mi el control de mi cuerpo, de mis extremidades.

-Wendella. Wendy...amiga mía. Estabas a punto de caer a un abismo del cual hubiera costado mucho trabajo sacarte -dijo en un tono sutil como completamente convencida de que la entendía.

-Tu corazón y tu alma claman por salir de ese bloque de hielo al que te ha incrustado la vida. Ahora sucederá lo que tanto has deseado. Serás liberada, y para ello, necesitarás conectar tu cuerpo con tu espiritu, el pasado con el futuro la vida conlamuerte, tu sangre con tu piel, tu ser con mi ser...

Solo sé que me espanté, aunque este temor se diluyó por completo en cuestión de segundos, sutituído por una especie de mezcla de calma y turbiedad. Vi venir los labios de Akanzu muy cerca de mi hasta que mi boca los recibió con desesperación. Estaban húmedos, mas húmedos que los ojos del cielo que derramaban el llanto sobre la coordillera. "Como una gelatina tibia y dulce de frambuesa ala luz de la mañana". Su cabello se descolgó como una cortina que encerraba nuestros rostros a ambos lados y su cuerpo poco a poco se extendió cubriéndome a pesar de ser mas pequeño hasta que el mío la sintió despositarse completa sobre mi.

Nos amamos. Nos amamos sin reserva alguna fuera del tiempo y del espacio por horas, perdiendo toda dimensión del transcurso de la noche y la tormenta. De norte a sur y de sur a norte.

El contacto piel a piel y el frote de nuestros pechos produjo rápido una sensación cálida que nos cobijo del frío. Pude ver que Akanzu era aun mas hermosa desnuda que engalanada con esas joyas de vestidos que su madre le había confeccionado y que me había mostrado la mañana anterior durante el desayuno, pude ver que yo misma era mas hermosa también de lo que me había parecido al verme en el espejo . Que cuando nos quitamos esa ropa que cubre nuestro cuerpo y entrelazamos nuestras piernas con el rubor natural de nuestros corazones palpitantes alejados de la infectada, sucia ycontaminada frazada que nos hecha el mundo con sus dedos señalando con maldad un acto tan hermoso como aquel, la luz que nuestras almas buscan puede revelarse de un modo tal que nuestro espíritu se funde con nuestro cuerpo y alcanzamos el nivel de ángeles, quizá de diosas.

Recuerdo que hubo un momento, ya muy cerca del climax en el que entre el reflejo ambar proyectado sobre nuestra piel blanca por la vela incandescente y el chisteo incesante de la lluvia en el extrior, vi su sombra proyectada en la pared retorcerse sobre la mía, con una belleza que jamás hubiera imaginado, y aun hoy, incapaz de saber si el éxtasis fue tal que distorionó lo que mis ojos vieron, recuerdo el contorno negro de su espalda en la pared, coronado por la sombra magistral de un par de alas, que se extendían desde sus omoplatos hacia ambos lados de su ser desplegándose como metro y medio hacia afuera de ella, al instante mismo en que un gemido se tranformó en un grito de placer y de felicidad que se sincronizó con los temblores de mi cuerpo, rendido y devencijado entre las suaves sábanas en las que segundos después me quedé dormida..."

1 comentario:

Ralemz dijo...

Presento este fragmento de lo que desde hace un par de años estoy escribiendo, y que pertenece al segundo volumen de una trilogía tentativamente hasta ahora titulada "Grillos de la noche".

El contenido en si es sumamente expresivo, algo erótico pero con un abstracto mensaje encriptado en si. Quizá algo arriesgado y cuestionado si no se lee primero todo lo que viene antes, pero el sentimiento inspirado por estas lluvias frias dejó en mi el deseo de publicarlo.

Gradualemnte iré dando conocer mas de los fragmentos de esta obra en proceso.