Ayer me lancé aprovechando mi día de descanso a visitar por primera vez, y luego de hacer desidia todos estos largos meses, a Polanco, allá por la Avenida Ejërcito Nacional a Conocer la oficina de Fundación Japón. El edificio está ubicado en el número 418 de esta kilométrica avenida y se erige majestuoso a unas cuadras del metro Polanco. La oficina en sí, es mas pequeña de lo que imaginaba, pero no por ello debe hacérsele menos. Por el contartio, encontré un ambiente como de esos que me gustan mucho a mi: , pequeño, tranquilo, silencioso y acogedor. Al cruzar un pasillito en el segundo piso luego de salir del elevador a mano izquierda, una puerta muy gruesa (y también muy pesada) de cedro con un timbre al costado tiene un letrero que dice "Fundación Japón - toque el timbre (sin quedarse pegado, por favor)", lo cual me dio mucha gracia.
Entras directamente a la zona de la biblioteca. Un cuarto estrecho y largo, pero pulcramente acomodado. Hay un escritorio de recepción y un anaquel para que deje uno sus cosas mientras consulta el material. Un ambiente de paz y serenidad se respira en el lugar. Como prácticamente todo el día estuve allí, ingresé en los dos horarios (puesto que a eso de la una se cierra para la hora de la comida y se reanuda el servicio en punto de las cuatro). En el primero encontré a un señor muy agradable con quién platique extensamente mientras llenaba mi solicitud de registro, pero mi sorpresa mayor fue al volver en la tarde cuando al ingresar de nuevo, no veia por ningun lado al mismo señor (con quien ya habia empatizado) y por el contrario me recibió una señorita de rasgos orientales al lado de una joven adolescente muy amables que conversaban entre sí discretamente con un japonés perfecto, propio de nativos. Yo moría de felicidad por dentro de encontrarme en aquel ambiente y reprimía estos sentimientos sentado en mi lugar leyendo un libro de Ishiguró titulado Palida luz en las colinas, que por cierto no acabe de leer. Luego, la chica, Hasami Hernandez, por lo que pude oír, de aprox, 16 - 17 años se fue y llegó un joven japonés de unos 30 años y se puso a platicar con la otra muchacha por espacio de hora ym edia, ¡justo en la mesa donde yo estaba leyendo!. En mis narices dos japoneses platicababn ordinariamente acerca de varios proyectos que tenían a cargo en México!. Tarde como una media hora en poder concentrarme en la lectura ya que resultaba verdaderamente dificil no distraerse con la conversación entre los japoness practicamente a unos centímetros de mi. Ocasionalmente , sin quere escuchaba algunas cuantas palabras al hilo que casi inconscientemente mi cabeza comprendía y eso provocaba que perdiera el hilo de lo que leía. Digamos que mi cabeza estaba mitad en las lineas del libro entre mis manos, mitad en la platica de los orientales. Luego, mas de rato volvió a aparecer el señor que había visto en la mañana y me regaló una publicación de la AMJ (Asociación México Japonesa) y un especial del manga para jovenciatitas Megami-sama no Shippo en versión original, completamente japonesa, además de que le pidió a la Srita que me sirviera un vasito de té verde japonés, el cual no sabe demasiado distinto al te que conocemos, aunque el sabor fue nuevo para mi ya que este se toma sin azúcar. Según me dijeron, esa es la escencia del té. El azúcar, solo la oculta. Fue divertido.
Lo malo, como suele pasar cuando uno está feliz con algo, es que el tiempo vuela. Y a mi se me fue tan rápido como el vasito de ocha que me sirvieron. No obstante, todavía antes de emprender el regreso a casa me pusea ojear el demás material que había en los anaqueles y ya me cosnumo en ansias por que me den mi credencial de asopciado para poder accesar a prstamos a domicilio. Definitivamente, creo que los miércoles viviré en esa encantadora biblioteca durante algunas semanas.
En fin, que salí de allí totalmente satisfecho aunque deseando volver lo mas pronto posible, como si quisiera que los días de la semana hasta el otromiércoles avanzaran tan rápido como la lluvia vespertina que en seguida bañó las calles durante el viaje en pesero hasta Villa de las Flores. Ya en el camino, echando un vistazo a la publicación que me obsequiaron, me enteré, entre otas cosas, de que la AMJ está atravesando por memomentos difíciles y se requiere de toda la ayuda y el empeño posibles tanto de la adminitración interna de la asociación, como de la asociación civil que la conforma para que ésta no desaparezca, y me pregunto de que manera podría yo contribuir a que esto no suceda, porque realmente es algo que vale la pena conservar. Seguramente el aspecto económico será uno de ellos, y aunque humildemente estoy dispuesto a apoyar en medida de mis posibilidades, no estoy enterado de algun sistema de aportaciones, donativos o algo parecido. La próxima vez que vaya, preguntaré, y claro, si de alguna otra manera se puede ayudar, también.
Me he extendido. Mi pasión y mi gusto por este camino que finalmente se abre ante mi despues de estar fuera de mi alcance por mucho tiempo, delata mi alegría. Afuera, el día sigue nublado y frío, gris, como a mi me gustan...Mi familia esta de visita y está conmigo. No podría sentirme mas dichoso en lo que va del mes...
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