El mutante.

El sábado mientras jugaba con Arely en el mostrador la vi pasar. Iba con su madre, seguramente hacia el centro comercial. Llevaba un vestido rosa de hombros descubiertos. Su espalda blanca desnuda y fresca reflejaba los rayos del sol que caía sin clemencia alguna sobre todo Tultitlán.

Sentí rabia. Un incontenible sentimiento de furia y silencio enmudeció mi corazón. Sin saber por qué ni como fue que sucedió en un santiamén despertó en mi interior en un mostruo que me congeló, me hizo tragar la saliva que se había anudado en mi garganta y exhaló un aliento que olía a coraje y tragedia. Quise correr tras ella, como quién corre tras un ladrón que se ha llevado algo que no podemos permitirle arrebatarnos, arrancarla por la fuerza de la mano de su madre y llevármela a los confines del mundo en dónde, quisiera o no, se tendría que quedar conmigo. Luego entonces naturalmente, ninguno de mis músculos se movió, y permanecí inmóvil, viendo perderse su figura entre los automóviles del estacionamiento. Después de esto recrudecí mi enojo. Tenía ganas de destruirlo todo, de volcar mis sentimientos contra todo cuanto se pusiera fente a mi y, por un momento, creí que la ira de mi corazón era tanta y tan grande que era capaz de eclipsar al sol y oscurecerlo todo.

No cupe en la tienda durante 10 o 15 minutos. Como tigre enjaulado vagué de un lado a otromirando con rencor las cosas, los objetos, golpeando las paredes, respirando por la boca. Al cabo de unos minutos, mi ira se tornó en melancolía.

Cuando venìa de vuelta la volvía ver y ella a mi. Nuestras miradas se toparon. En una sonrisa tímida que expresaba un respetuoso saludo y una sútil sorpresa coincidimos, después de tanto tiempo de no coincidir absolutamente en nada.

Así pasó mi nuevo 'encuentro' casual con la que se llevó mis sueños y mis alegrías. Así de pequeño y breve resultó ser, tanto, como el ocaso de una tarde en que decidí jugarme el todo por el todo en pos del amor y dejar Ciudad Valles, en busca de un sueño inalcanzable .