lunes, mayo 01, 2006

La Princesa Monoke




Ya desde mediados de los 90's el cine animado comenzaba a evolucionar. Pasaba de ser las clásicas historias infantiles y aburridas a convertirse en guiones verdaderamente entretenidos dirigidos ya no sólo a los niños, sino al público en general. Esta trancisión, muy marcada desde el Rey León, que incorporaba un mensaje de vida cíclica y de comunión entre las especies, estaba ya en la cabeza de varios dibujantes del mundo que querían hacer de la cinta animada algo mas que una pieza filmográfica exclusiva de los niños, hueca y sin un sentido universal. Uno de los exponentes (quizá el mas grande) de los últimos años es Hayao Miyazaki.

La Princesa Mononoke, estrenada en 1997 en salas de cine en muchas partes del mundo, marcó el inicio de una nueva etapa en la industria del cine animado. En medio de paisajes nutridos de color y belleza, una guerra entre el ser humano, dioses y naturaleza se desata con la ambición de prosperidad de los fundidores de hierro, una aldea de tiempos feudales que al dominar el uso del metal comienza a fabricar armas que tarde o temprano han de traer la riqueza y poder a la aldea sobre los pueblos de la Tierra.

Hay que señalar la aparición de personajes enigmáticos a lo largo de la cinta, como los kodama, espíritus del bosque, pequeñas criaturas blancas que abundan en el corazón del Bosque habitando entre los árboles y y los pastizles, que hacen suponer la existencia de un 'alma' de la Tierra, una forma de vida conectada a este mundo mediante la naturaleza que trata de decirnos algo.

Creador entre otras brillantes obras de El Castillo Ambulante y la recientemente galordanada El Viaje de Chihiro (Spirited Away), Miyazaki muestra en La Princesa Mononoke un genio descomunal en la expresión de un ideal pacificador que debiera existir entre lo seres humanos y el mundo al que cada día mas tienden a destruir.

Tal vez se trate del inicio del nacimiento de una nueva consciencia mundial de la devastación y el degenere de la vida ocasionada por el hombre. Una consciencia que se manifiesta no solo en el cine animado, (si bien es cierto que es un canal estupendo para tal propósito), sino en la literatura vanguardista, en la música, la poesía depresiva y la expresión joven de una sociedad hastiada que se siente sobresaturada y enferma. Las cosas caen por su propio peso, y no ha de extrañarnos que el día de mañana, quizá nosotros o nuestros hijos sean los testigos de una nueva evolución del género humano nacido de este 'espíritu del bosque' que llama al ser humano a reconciliarse con su verdadera naturaleza.

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