martes, julio 05, 2005

El monstruo y yo

A pesar de que no me gusta que se presenten en mi vida momentos de miedo intenso debo reconocer que vivirlos esta haciendo de mi algo (o alguien) mas resistente. Hace varios dias, estuve pensando en aquello que, con solo pensarlo, me aterroriza.

Bueno, y bien dicen que " el león no es como lo pintan", pero ¿quién diablos sabe entonces como es verdaderamente el león?. Mhmhm... Ojalá este fuera uno simplemente. De cualquier manera no pienso confiarme.
Verán, hay un monstruo viviendo en mi casa. Solo que nadie lo sabe, mas que él y yo. No obstante que esta siempre alli, latente, poco es el contacto que en realidad tengo con él. Permanece dormido, allí justo en la sala, entre los sillones color crema de grandes cojines cuadrados y la mesa redonda del comedor. Su inmenso ser la ocupa casi por completo, y en las mañanas, cuando me despierto silencioso acurrucado en mi rincón, veo su panza colosal elevarse y contraerse con los ronquidos de su respirar. Me muevo sigilosamente alrededor de el, tratando de alcanzar el baño. Casi piso con las puntas de los pies y siempre sin zapatos, "no lo vaya a despertar". Digamos que me da miedo tocarlo. No obstante, si hago ruido, se que no despertará. He llegado a la conclusión de que esta sordo. A veces, armo sendos escándalos y nunca por esas razones ha abierto siquiera un ojo. Las primeras veces trataba de no hacer ruido estando cerca de él, me deslizaba a hurtadillas a una zona de la casa en que pudiera aislarse el sonido y aun asi trataba de hacer siempre todo con el menor ruido posible, hasta que un dia, al pasar junto a él me tropecé y se me cayeron unos trastos de cristal a unos metros de su rostro. Pensé que sería mi final. El instante mismo en que el plato y la taza brincaron de mis manos sentí que el alma se me caía junto con ellos, y que al igual que ellos, que se estrellaría contra el suelo partiéndose en mil pedazos, pero ni siquiera se inmutó. Tuve suerte de que ninguno de los fragmentos como astillas puntiagudas lo tocaran ni tampoco el liquido que se derramó por los mosaicos. Fue entonces cuando me di cuenta que, al menos, tenía el sueño mucho mas pesado de lo que pensaba, asi que aunque seguí teniendo cuidado de no hacer tanto alboroto, me permití la posibilidad de actuar con un poco mas de normalidad. Luego, un día que tenía hartas ganas de escuchar cierta música que suele relajarme,ocurrió otro incidente que me hizo comprobar la sordera de mi temerario compañero. Por alguna razón, alguien apagó la grabadora de golpe, es decir, desconectándola solamente, y sintonizada en el radio, a un volumen altísimo, de modo que cuando enchufé la clavija a la pared, la estrepitosa voz de un locutor desmañanado al ritmo de una musiquita estridente de fondo se escuchó por toda la casa anunciando la hora:

-"Seis cincuenta y siete!!!".

Yo me arrojé como jardinero izquierdo tratando de cachar un "out" hacia el cable del aparato eléctrico tirando de él, esperando cortar la corriente electrica, pero creo que en vez de conseguir recuperar el silencio de la casa con mi lance heroico solo lo ahuyenté mas cuando la grabadora cayó al suelo trayendo consigo un montonal de discos compactos que estaban apilados sobre ella. Me quedé quietecito con la cara en el suelo, viviendo segundos de verdadera angustia de tan solo pensar lo que podía haber provocado. No obstante, nada ocurrió...levante la vista suavemente y me asomé por la puertecilla. Nada, ni siquiera se movió... la grotesca figura reposaba placidamente a un lado del sofá...Pero si aun no acaban de creer, amigos míos, que en realidad este iracundo ser carece del sentido del oido deben escuchar lo siguiente. Esto es, que, gradualmente al ver que no despertaba ni con la voz proveniente de una grabadora, me arriesgué a probar de nuevo. Poco a poco fui subiendo el volumen de la misma, hasta que alcancé la máxima potencia de esta y tuve que utilizar el estéreo, y, pese a que mis vecinos se enteraron en mas de una ocasion que yo organizaba escandalosos conciertos matutinos con la mas variada musica que pueda haber, el monstruo jamás se despertó con el ruido.
Pero claro está, que esto no quiere decir que simplemente este sumido en un sueño eterno del cual jamás pretenda salir. El hecho de que no escuche lo que yo hago, ni se despierte con lo que yo tiro, no quiere decir que no despierta jamás. Lo ha hecho, unas pocas veces, pero con esas pocas me ha bastado para seguir temiéndole, y a él para seguir alimentando mi terror. Ahora, mis atentos lectores, junto el valor necesario para recrear aquellos traumatizantes momentos solo para que sepan el infinito miedo que se apoderó de mi en aquella ocasión.
Estaba yo preparando mis cosas para irme a trabajar. Tenía el turno vespertino en una tienda pizzera y disponía todavía de unos cuantos minutos para salir de casa y coger la pesera. Quería dejar actualizado mi blog, aquel inhóspito sitio de internet en el que ustedes leen ahora anécdotas de mi rara y poco interesante vida, cuando de pronto, sin dar el mas pequeño indicio de que lo haría, se erigió de un instante a otro ante mi, quedando por encima de mi cabeza por lo menos varios metros arriba debido a que yo estaba sentado frente al computador, y sus ojos brillaron con un rojo refuljente como el de la lava, y su voz, gruñidos emergidos desde las profundidades de su amplia garganta, retumbó en mis oidos tan fuerte que creí que se rompían mis timpanos. En un santiamén toda la calma que portaba y la atención que prestaba al monitor se evaporaron hacia el cielo con el calor del panico fundido que recorria mis venas y arterias como quemándome por dentro. Luego, contemplándole atónito, incapaz de moverme o emitir cualquier grito de terror desenfrenado, levantó uno de sus pesados brazos y lo dejó caer sobre mi cabeza, cual pesada loza de concreto arrojándome casi tan lejos como lo estaba el refrigerador. Fue tal el golpe que no pude moverme mas. Poco antes de que mis ojos perdieran su función, todavía le vi gruñir en dirección de donde yo había caido, mostrando en sus feroces fauces gigantescos colmillos afilados que escurrían una especie de liquido gelatinoso secretado desde sus encias podridas. Aturdido por el trancazo lentamente me fui desmayando ante aquella ensombrecedora imagen, a merced de su soberbia y maléfica voluntad de criatura sobrenatural, sin embrago, creo que no hizo mas que volverse a acostar, porque cuando recuperé el conocimiento a eso de las seis de la tarde, le vi donde mismo, antes de que se despertara súbitamente.
Aquella tarde, todavía con el miedo en las venas y el pulso completamente acelerado, me dieron ganas de marcharme de allí. Debía escapar de esa abominable bestia. Quería regresar a mi vieja casa, a mi antiguo pueblo, allá donde vivían mis padres y mi bondadosa hermana, mis viejos amigos, mi antiguo trabajo y tantas cosas mas. Allá en donde el sol sale siempre temprano y calienta con vigor la tierra dura y fértil del gran valle y sus alrededores. <>. Así que, perturbado por la tensión del momento y todavía sacudido por la reciente experiencia con el ser, empaqué mis maletas y me dispuse a abandonar cuanto antes mi morada. No obstante, para cuando hube terminado todo y no me quedó mas que esperar a que el tiempo transcurriera para que poder llegar a modo a la Central de Autobuses, estaba tan cansado y tan adolorido por el golpe que me recosté un momento en el sofá a un lado de la ventana, y me quedé dormido... al día siguiente, para cuando abrí mis ojos, el cielo de la Ciudad de México, clareaba sobre mi cabeza. Una vez pasada la impresión del momento y mas relajado con el nuevo amanecer, no estuve del todo seguro de querer abandonar esos "sueños raros y caprichos", y decidí quedarme. El momento difícil, ya había pasado.

Vaya, pero si casi me veo obligado a suspender el relato de solo acordarme. Ustedes disculpen, ahora continuo...

Ahora me remontaré a meses pasados, mas atrás incluso de este escabroso encuentro, hasta otro de los despertares del monstruo. No se calibrar si este fue mas horroroso que el que acabo de contaros, pero también lo recuerdo con escalofríos en el cuerpo. Por aquel entonces yo me hallaba curioso acerca de la naturaleza del monstruo, puesto que nunca antes lo había visto despierto desde que emigré de mi pueblo y llegué a esta gran ciudad a instalarme en la vieja casa de mi tío. Por supuesto que su imagen era tosca, como ya lo había descrito antes, un bulto gigantesco y negro que descansaba en la sala, pero el hecho de que siempre se le viera durmiendo, tranquilo, respirando acompasado como un vayvén de las olas del mar reposando en una playa tranquila, me formuló la equivocada idea de que era un ser manso y pacífico, e incluso, en cierta medida adorable. Fue un dia y fue por casualidad. Gozaba de mi dia de descanso en el trabajo y acababa de comprarme un poco de ropa con el pago de mi quincena. Abrí la puerta lentamente...el silencio acostumbrado de la casa se escapó tras las visagras amalgamadas del marco negro y mi mochila cayó junto a lamesita de centro. Le vi. Acababa de incorporar su inmenso cuerpo que me daba las espaldas y parecía bostezar tratándo de sacudirse el sueño. No sé porque, pero me pareció un buen momento para dirigirme a él, creyendo que su horrible apariencia era solo superficial. Aun así, no puedo decir que me arrepiento de haberlo hecho, era necesario conocer al mostruo.
Del shock tan tremendo que sufrí después se me ha borrado casi por completo de la mente que fue lo que le pregunte, pero lo que si recuerdo, y se me eriza la piel de acordarme, fue la espantosa respuesta que emitió en su nauseabundo lenguaje, con el tono mas macabro que jamas he escuchado acompañado de sus arrebatos de frialdad e insensibilidad. Aunque no hubo violencia fisica de su parte esa vez, el daño psicológico que ejerció sobre mi fue tan grave como el golpe de su pesada mano, algun tiempo después. Aquella noche, casi no duermo. En mis sábanas me revuelco transpirando un sudor frío que acalora congeladoramente mi cuerpo y que se mezcla en mi cara con las lágrimas de mis ojos. Mis manos tiemblan, pálidas e incontrolables sobre mi pecho, mientras el aire encerrado entre las colchas y yo se vuelve denso y dificil de respirar causándome severos espasmos bronquiales acompañados de dolor y asfixia. Pasarían muchos dias antes de que me pudiera recuperar de aquel susto y volviera a encarar al monstruo deliberadamente, ya que aunque seguimos viviendo bajo el mismo techo, siempre que llegaba hasta esa parte de la casa en que sabía que yacía su durmiente organismo, agachaba la mirada y pasaba junto a él siguiendo de largo, guiándome en las cosas que veía en el suelo o en las paredes.

Hoy, varias semanas depues de aquel golpe a mi cabeza en la parte derecha de mi cráneo, he tenido un par de encuentros con el monstruo, completamente despierto y en sus cinco sentidos, y aunque ha vuelto a sacarme un susto del demonio en ambas ocasiones, algo en mi mente me hace creer, (quizá una loca idea, quizá no tan loca), que el monstruo en realidad no es del todo malo, que esconde algo de belleza en su interior que no puede ser descubierto ahora, sino con el tiempo, con el devenir de los meses o incluso de los años, cuando el y yo convivamos mucho mas. Me doy cuenta que, hablando objetivamente y siendo realistas, he transformado la verdad en una especie de cuento de terror en la que siempre salgo lastimado por el monstruo, debido a que, precisamente, lo veo como a uno. Que, este peculiar monstruo de quien hablo y que hace mi vida tan inestable y oscura, no es mas que el recuerdo de un amor antaño tan viejo como la mitad de mi vida que recientemente fracasó, y que fue, como dijo mi madre al teléfono al borde del llanto un dia que conversábamos, mi "motivo mas poderoso" para irme de Ciudad Valles. Este recuerdo-monstruo, evocado mediante la memoria involuntaria de una noche en que estuve con ella aqui, en los sillones color crema de cojines cuadrados y la mesa redonda del comedor, abrazados por largo tiempo casi tan amorosamente como cuando en realidad me amaba, vive y va acompñándome a lo largo de esta travesía en la vida que he elegido y que al parecer se quedará a mi ladopor largo tiempo.
La belleza oculta que espero algun dia poder ver en el monstruo, no es mas que la belleza que pueda ser capaz de encontrar en un futuro al recordar mis momentos junto a ella, sin sentirme tan profundamente decepcionado y desilusionado como lo estoy ahora. El golpe a mi cabeza en la parte derecha del cráneo, cada uno de los encuentros con el monstruo despierto, el hecho de su sordera, mis ""sueños raros y caprichos", todo... todo tiene un por qué, todo tiene una explicación y una relación lógica con la realidad. Incluso la espantosa respuesta que emitió en su nauseabundo lenguaje, con el tono mas macabro que jamas he escuchado acompañado de sus arrebatos de frialdad e insensibilidad, no se trata sino de la respuesta que ella me dio cuando le pregunté si pensaba o no regresar a mis brazos:

"Moo owarikatta..." - to iimashita
Literalmente, en japonés, Ella dijo: "Ya se terminó..."

Así que quiza con el tiempo, el monstruo deje de serlo, pues si me porto honesto, debo admitir que en cierta parte recóndita de mi alma, me siento emocionado de poder hacer de mi tragedia personal un pequeño arte, un pequeño cuento de terror, un instrumento a través del cual exprese mi sentir y mi pasado con palabras que huelan a amor, a muerte, a vacío, y a resurreción...

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