La nueva escuela se encuentra a unos dos kilómetros al sur de la parte centro de Tampico. Para llegar allí, basta con que tome un autobus de laruta 56 y me baje cuatro cuadras después de pasado el Chedraui. Luego, doblando por la esquina solitaria delimitada por un caserón blanco de colosales proporciones, se puede divisar, casi a unos pasos del letrero de alto, el pequeño "edificio" de dos pisos color cobrizo cuyos ventanales exhiben nitidamente los kanjis trazados al estilo kaisho de bienvenida al público. Se puede decir que pago mas de mensualidad que en mi antigua escuela, pero el ambiente que rodea a mi nuevo estilo de vida, es realmente animante.
No solo se tratade la alegría de saber que no he huido de mis sueños al abandonar la Gris Ciudad de la Esperanza, sino el hecho de que a parte de poder continuarlos en estas tierras costeras, me encuentro a solo dos horas de mis padres y mi hermana, pudiendoles visitar cuando sea. No obstante, quizá la pieza mas grandiosa de mi felicidad no es únicamente mi estancia en una nueva tierra donde puedo empezar una nueva vida, sino la repentina voltereta que el destino me deparó con aquél encuentro casual.
Casi como a eso de las 11:30 de la mañana de miércoles y sábados, llega Evalíl por mi a la escuela para irnos a perder el tiempo al centro ociosamente, o si asi lo queremos, podemos ir a caminar por toda la costa sumiendo nuestros pies en la arena de la playa de Madero. Siempre llevamos pedazitos de pan blanco con el que alimentamos a las gaviotas que sobrevuelan nuestras cabezas en círculos, y descienden con magistral habilidad al primer lanzamiento. A lo lejos, ocasionalmente un albatroz se sumerge en el agua como una flecha atravesando la superficie, y lo hace con tal velocidad, que no me gustaría ser uno de esos peces que nadan apenas debajo de la espuma ondulante. Si nos apuramos y no queremos hacer otra cosa antes de que anochezca, caminamos derecho vadeando la orilla hasta llegar al camino que se adentra en el mar y culmina un kilómetro adentro en el faro. Ese lugar, rodeado de inmensas rocas cuadradas en las que se puede ver a menudo unos pequeños cangrejos rojos brincar de un lado a otro sujetándose con sus tenazas de las algas que se pegan a las rocas, son excelentes asientos para contemplar en esta época especial del año, el romántico espectáculo de los delfines saltarines, que juegan durante la tarde hasta eso de las 7 y media o se aparean graciosamente nadando en circulos o en ochos.
Yo los miro empequeñeciendo mis ojos, gesto que según ella, siempre hago cuando admiro algo. Entonces parece inquietarse por aquel comportamiento que yo encuentro nada extraordinario, y comienza a picarme la panza y todo el tronco gritando impaciente -- '¿qué piensas?, ¿qué piensas?, dime!'--. En realidad, no tengo nada que decir, es solo imaginación de ella. O quizá si, pero en todo caso hade ser la voz de mi alma la que tiene que hablar. Tal vez solo quisiera expresar que por dentro lloro de felicidad de que la vida hoy, tantos años después, nos haya juntado otra vez, y que según parece, nada ha cambiado. Que, no sabe la recompensa tan grande que ha puesto en mis manos al traerme hasta esta ciudad luego de sentir que simple y sencillamente estaba condenado a vivir lejos de mi mismo, e incapaz, de volver a amar...
Una tarde de estas que estuve recientemente con ella contemplando esta maravilla, se quedó callada por largo tiempo, miró hacoa el azul profundo y rompió el silencio diciendo:
-Pronto se irán, y no volverán sino hasta finales de noviembre .
Un delfín que parecía tener una aleta un poco mas chica de lo común, perseguía a otro que seguramente era hembra, pero sin tener éxito en su acometido.
-Estaremos aqui para cuando eso suceda, ¿no? - le pregunté
-No tarda en salir mi mamá -musitó- mejor hay que irnos ya para que no me esté esperando.
-Todavía es temprano -contesté- ¿no querías pasar a comprar la maceta en el puesto ese?.
-Por eso vámonos, el señor se quita a las cinco.
Para cuando habíamos perdido de vista el mar y llegamos a la zona artesanal que circunda al mercado tampiqueño, debían de falta como un cuarto de hora para las cinco. Compramos una maceta de barro pequeña y sencilla, tradicional, muy ordinaria, pero que provocaba ternura debido a su pequeñez y fondo redondo, como de huevito.
-Mira, esta será perfecta para el arbolito -dijo examinándola despreocupadamente.
Pagamos la maceta a un precio que me hizo sentirme indignado por lo desvalorado que está hoy en día el trabajo de un artesano como esos, y tomamos un microbús hacia la colonia Obrera. Todavía no se acostaba el sol en el horizonte cuando vimos salir a la señora Izaguirre al lado de las otras señoras, del pequeño salón -taller de manualidades y costura al que asistía diariamente desde hace algunos meses, según me cuenta Evalíl.
-Veo que el jóven Renato te ha acompañado otra vez -comenta en tono amable su madre mientras me saluda dibujando su arrugada sonrisa blanca como las perlas y me ruborizo hasta las orejas.
-Compramos esta para el arbolito, mamá. Me ayudará a sembrarlo para mañana pintarlo.
-¿Pintarlo?, ¿para qué quieres pintar el pobre árbol?
-Nooo!, mamá, bueno, la maceta, el jarro. Parece mas un jarrito. Le pondremos un nombre y Renato lo escribirá con signos sobre el barro.
-Son kanjis.
-Eso.
La señora se encogió de hombros y aprobando sutilmente comentó con aire tranquilo:
-Creo que tendrán que ir ustedes primero. Quiero ir a visitar al profesor Méndez. Me ha invitado a tomar café.
Evalíl, hizo un gesto de desilusión, y, acariciando el borde del "jarrito" rodeandolo con el dedo, dijo que entonces nosotros nos adelantaríamos a su casa y la esperaríamos antes de que anocheciera, --'cuando ya lo hayamos plantado'--
La casa de Evalíl esta relativamente en una zona cercana al mar, aunque no se le divisa desde allí debido a un cerro que bardea el mismo. Es pequeña pero bonita. Su padre no vive con ellas. A veces me pregunto a mimismo con curiosidad que es lo que hace que de alguna u otra manera siempre termine cerca de una chica con tales características. Si me soy sincero, a veces eso me da miedo puesto que en ocasiones pasadas mis relaciones con tales chicas siempre han terminado en tragedia, y me pregunto si se debe a que un hecho familiar así tienda a fromarles un tipo de personalidad como esa (que desafortunadamente me gusta), pero que tiende a ser muy inestable emocionalmente y concluye por dejarme, en uno de sus arrebatos de locura.
No obstante, Evalíl nunca ha demostrado ser alguien así.Ya el hecho de que nos hayamos vuelto a encontrar tantos años después es para mi casi como un milagro, y mas milagroso aun, el hecho de que siga existiendo esa química entre nosotros. La diferencia ahora, es que ya no esta Ruth. No soy su novio mas y parece ser que nunca de nuevo lo seré, de modo que puedo disfrutar de la compañía de Evalíl sin sentirme con la obligación de alejarme del peligro de una infidelidad, o de traicionar a mis sentimientos, como en antaño, cuando mi relación a distancia con Ruth existía y Evalíl rondaba mis pasos en Ciudad Valles.
Cuando entramos en la pequeña casita color rosa pálido y abrimos las ventanas para que se ventilara, Evalíl puso el jarrito en la mesa y entró al baño. Yo me asomé por la ventana de su cuarto, y contemplé el cielo también pálido que se moteaba con tonos moraduzcos a través de su ventana. Para esta hora, los rayos del sol ya casi entraban horizontales por el cirstal, puesto que estaba apunto de sentarse en las lejanías.
Ese día, nos hicimos novios. Pese a que ya se veía venir, yo estaba temerosos de que todo no fuera mas que una de las ilsuiones que genera mi cabeza con tanta fcilidad a raíz de una convivencia íntima y agradable con alguien como Eva. Francamente me angustiaba el hecho de que pudiera ser así. Llevaba solo unos días en esta ciudad ytodo había sucedid demasiado rápido. No tenía garantía alguna de que aquello se tratase de amor. Pero ella desnudó todas mis dudas en un santiamén. Sorprendiéndome por la espalda, sin haberla escuchado entrar en la habitación, sentí de pronto su ser abrazándome por detrás y respirar cerca de mi oído.
-Me alegra mucho que estés aquí -dijo, y suspiró cerca de mi y su aliento me hizo cosquillas en la mejilla- creí que nunca hallaría a alguien con quien pudiera sentirme feliz
Yo me volteé y tremulamente, tomando una de sus mejillas, contesté que --'yo también'--.
Hubiera querido decir mas, hubiera querido decirle que mas que un consuelo, era una ilusión para mi. Que el holocausto de Ruth me había hecho perder la fe en las personas y en especial en las mujeres, que si ella era capaz de ser mas que un consuelo para mi era porque era la única chica que hasta hoy he conocido que tiene tantas virtudes como las tenía Ruth, que ella es la única persona en este mundo que sería capaz de superarla, que sería la unica a la que podría llegar a amar mas, y que me alegraba que siguiera siendo asi, apesar de tanto tiempo. Quisiera haberle dicho tantas cosas....Pero calló mi boca con sus besos, recostamos en su cama nuestros cuerpos pequeños, ...y asi pasaron muchas, muchas horas...
Para cuando llegó su mamá a la casa, la noche había caido por completo. Yo debía regresar a mi cuartito en el centro, en donde rento. Así que nos apresuramos a sembrar el arbolito en el "jarrito" , pero no nos dio tiempo de pintarle el nombre. Le sugerí que al dia siguiente llevaría mis pinceles e intentaría pintar el nombre con el mismo estilo de caligrafía del de los kanjis de mi nueva escuela de japonés. Ella asintió feliz, y dijo que ese arbolito crecería con nosotros, a la par de nuestra relación, y que debíamos cuidarlo y alimentarlo, para que creciera fuerte y saludable. Acordamos pensar ambos esa noche el nombre que deberíamos darle cada quién desde su cama y bautizarlo a la mañana siguiente. Yo me revolqué toda la noche en mi colchón rebuscando mil nombres posibles sin decidirme por alguno. De hecho, quizá ustedes puedan encontrar uno y postearlo en un mensaje para que yo lo sepa, ya que hasta esta fecha, el arbolito no tiene nombre.
Y me temo, que el arbolito tendrá que esperar aun mas, pues justo cuando desperté al dia siguiente y pensé que seguro Eva si había encontrado un nombre para nuestro pequeño hijito, me di cuenta que seguía en la colchoneta verde en la sala de la casa de mi tío, en la vieja Ciudad de México. Y que todas esas cosas sobre el mar, Tampico, el arbolito y mi milagro de amor en la vida, no había sido mas que un hermoso sueño...un sueño, de una tarde de verano.
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