(en realidad es de ayer)
Su majestad:
Se acerca el fin de año. He decidido terminarlo haciendo de Hiroshima un diario. Será temporal. Solamente mientras termina de escurrirse el 2005. Si a caso uno que otro artículo o pensamiento que me mueva mucho a publicarle. Tal vez escriba todos los días.
¿Que puedo decir?. Diciembre fluye muy rápido hacia el olvido. Con todo esto de los fríos, las lucesitas y las piñatas me he puesto raro. Lo preví, pero no es lo mismo imaginarlo que vivirlo.
¿Que qué he hecho?. Bueno, hace unos pocos días fui a ver Crónicas de Narnia. Es muy buena, y la recomiendo ampliamente. Esa nieve blanca es como la que desciende ahora sobre mis emociones, fina como la seda y acolchonada como el algodón de azúcar, pero fría.
Me siento como un muchacho de 17 años, con la única diferencia de que no lo soy. Deseando un montón de cosas color de rosa. Por ello al verme a mi mismo me ruborizo y me reprimo.
“No tiene nada de malo”, me digo a mi mismo constantemente. El sentirme ahora emebelesado, o mejor dicho, esas ganas de sentirme embelesado por sentimientos mágicos que gobiernan las mentes adolescentes se hace mas fuerte en mi. Seguro es el tiempo que me ha sido robado. El tiempo que al poner mi corazón en una bolsa de hielo esperando a ser descongelado empieza a quemarlo de frío, gangrenándose poco a poco.
Allí está Lucero. Bien podría asirme a ella como quién se aferra a la idea de que pronto se acabará la tormenta y podrá salir a pasear de nuevo. Me mandó una postal muy bonita y con una musiquita que escuché por lo menos siete veces. Tal vez no lo sabe, pero dio en el clavo con esa postal. Una casita cálida y pequeña, en medio de una tormenta de nieve, con una chimenea humeante en su interior en la oscuridad de la noche.
Sin embargo, hoy que fui a devolver los libros a la biblioteca no tuve el ánimo suficiente para hablarle, decirle que estaba cerca y quedarme a pasar la tarde a su lado. Se qué le hubiera gustado y que a mi me hubiera servido (por lo menos mas que estar ahora aquí sentado escribiéndolo todo), pero un sentimiento pesimista que todavía no acabo de arrancarme de encima me hizo detenerme.
Pienso últimamente que estoy obligando a mi mente a encontrar una salida. Muy rápido (o muy lento) tomé la decisión de buscar en Lucero esa salida y ahora que estoy a unos pasos de ella me pregunto si no me iré a equivocar. Presiento que aunque haya sentimiento mutuo, la diferencia de intereses y estilos de vida resultarán en un total desencanto.
¿Qué es lo que busco entonces?
Una chica sola.
Una chica, sufre y acarrea dolores y penas.
Una chica no muy bonita pero tierna.
Una chica intelectual que al igual que yo busca ávidamente en las letras un abrigo que mas que dicha es consuelo. Una chica que sabe, que conoce, no porque en su mente vivan ambiciones y sed de reconocimiento y poder, sino porque solo en ellas ha sabido reflejar el amor y la humildad que sobre sus hombros han puesto la soledad y los años.
El trabajo empieza a cansarme de nuevo. Necesito urgentemente tomarme unos días. Se que no será posible hasta enero, así que trato de mantener la calma. El sistema comienza a parecerme monótono y esclavizante.
La agradable compañía de mi primo y las horas de sueño son el momento mas delicioso de estos últimos días.
Cansado, aburrido, alerta, estudioso y enamorado de una imagen sin imagen vivo el momento. Mi mente es un mar de sentimientos encontrados. Definitivamente, hoy me siento mas pequeño.
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