martes, diciembre 13, 2005
Te quiero, muérete
Querido Año Viejo:
Te envío esta carta poco antes de que encuentres tu fatal final. La muerte, no es mas que la transformación del cuerpo en recuerdo, y antes de que tú encuentres la tuya, te mando un cordial saludo y un cálido abrazo.
La razón de mis líneas es sencilla, y podría sonar cruel, pero realmente necesito que me hagas este favor: ya muérete.
No me lo tomes a mal. En realidad no tengo nada contra ti. Es solo que tu existencia me ha traído solo problemas y grandes fracasos a través de las estaciones. Tampoco quiere decir que pienso que no has servido de nada. Por el contrario, si bien es cierto que deseo con todo mi corazón que seas borrado del mapa, también lo es (y quizá esto es lo mas cierto de todo) que durante todos estos meses me he forjado mi carácter y mi personalidad ha sufrido una leve transformación inyectándome nuevas fuerzas y conocimientos y experiencia gracias a ti. No obstante, los hechos son unos, y la palabra que creo te resume a la perfección, es llanto.
-Este año lloré mucho con la pérdida de un gran amor. El más grande quizá que jamás haya tenido.
-Lloré también al lejano recuerdo de mi familia.
-Al de mis amigos
-Lloré en manos de la soledad.
-De la escasez.
-Del cansancio.
-De la frustración.
-De la desilusión.
-Del dolor propio reflejado en el dolor ajeno.
-Del verano
-Del otoño.
-Y ahora también del invierno.
-De la autocompasión.
-Del patetismo.
-De la misantropía.
-De la nostalgia.
-De la melancolía.
-De la música
-De las fotos.
-Del extravío.
-De la aspereza.
-Del vacío.
-Del olvido
-Del abandono.
-De la pérdida de la fe.
-De la desesperanza.
-Y en mil lugares también:
-Bajo la luna,
-Bajó el sol
-Bajo las sábanas.
-Bajo mis propias manos.
-Bajo las nubes.
-Bajo la regadera.
-Bajo el altar de un templo.
-Bajo los árboles.
-Bajo un kiosko.
-Y de muchas formas:
-Sollozando.
-En silencio.
-Como un niño.
-A escondidas.
-Al descubierto
-Entre sueños.
-Despertando.
-De espontáneo...
Por ello y por mil razones más que costarían otro año enumerar, mi querido Año Viejo, ya quiero que te mueras. Te repito. No es que te desee el mal, es que tu existencia me ha hecho mucho daño.
Se que con el pasar del tiempo y los meses llegaré a agradecerte el que me hayas hecho la vida tan difícil, quizá (así de grande es el amor que nos mueve a estas cosas), quizá hasta te llegue a extrañar. Irónico, pero muy posible. Sin embargo, por ahora mi espalda esta cansada, mis hombros adoloridos, mi mente aletargada, mis ojos ardidos, mi corazón enfurecido...
Si pudiera tomar un cuchillo de carnicero y enterrarlo en el centro de tu pecho lo haría sin remordimientos, deleitándome con la sangre que brotara de él, pero al ser tú incorpóreo no puedo hacer mas que quedarme con el puñal entre las manos. Tal vez puedas decirme que no eres culpable de lo que me ha pasado, que tu existir es implemente un existir más, y que la concepción de tu existencia no influye para nada en el destino de los hombres. Hombres!!. Hombres!! Ya sabes como somos. Caprichosos y testarudos!. Aun así, guardo la esperanza de que al morir tú, mueran todos esos días brumosos. Claro está que no me quedaré de brazos cruzados esperando a que las cosas cambien. Estoy consciente que mas que el nacimiento de un nuevo año, esta el nacimiento de una nueva actitud como requisito principal de un cambio de vida. No obstante, cuando el hombre rememora su vida, lo hace en base a los años, y en base a ellos recuerda con alegría, o con tristeza. Cada quién habla de la feria como le fue en ella... Así pues, al hablar yo de ti en un futuro, quiero decir que me golpeaste, que me maltrataste desde el primero de tus días hasta el último quizá. Que fuiste cruel de principio a fin. Que no tuviste compasión de mi y no te tentaste en nada el corazón para destruirme. Que casi lo logras. Que durante algún tiempo, perdí las fuerzas y las esperanzas, pero nunca, las ganas de vivir. Y que eso fue lo que me mantuvo en pie durante el vendaval. Que luché atrozmente contra ti también de principio a fin y, que aunque yo fui el que sobrevivió, el que quedó en pie al final, el que libró la muerte, el que salió con vida de la despiadada contienda, fuiste tú, quién siempre estuvo ganando la batalla. Que eres un guerrero, y que gracias a ti, hoy soy un hombre mucho mas fuerte, íntegro y entero de lo que era antes. Que jamás desearía tener que volver a pelear contigo, pero que se que quizá reencarnes en algún otro número, algún otro año, y que quizá incluso seas mas fuerte y me causes muchos mas problemas que los que ya me diste, pero que sin importar cuan fuerte seas yo estaré allí, esperándote, de pie. Y a sabiendas de que pase lo que pasé, jamás me vencerás.
Habiendo dicho todo lo que tenía que decirte te reitero mi cordial saludo y mi cálido abrazo, hasta tu lecho de muerte, donde quiera que éste esté. Y por favor, ya muérete.
Renato.
P.D. Sin comentarios.
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2 comentarios:
Hola, soy arma! Gracias por visitar mi blog... es verdad lo que dices... jeje. Me gusta como escribes, me gustaria leerte mas a menudo. ¿Puedo linkearte?
Seía un honor para mi que me linkearas, haré lo mismo contigo si no hay problema alguno.
n__n
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